Macedonia se declara incapaz de asumir la oleada de refugiados de Kosovo
ENVIADO ESPECIALLos refugiados de Kosovo desbordan Macedonia. Lo que durante días fue un constante goteo de fugitivos se ha convertido en una avalancha. Unas 25.000 personas han cruzado ya las fronteras del pequeño país balcánico, por carretera o a través de las montañas, y muchos miles más se aglomeraban anoche ante los controles policiales de Jaginge, Blace y Tavanovce. El Gobierno macedonio pidió ayer auxilio a la Unión Europea (UE) y a Turquía y afirmó que su capacidad de absorción de refugiados estaba ya totalmente saturada.
"Necesitamos dinero y alimentos, pero también que cada país europeo acepte acoger a un cierto número de kosovares", declaró Radmila Kiprijanova, vicepresidenta del Gobierno de Macedonia. "Estábamos preparados para recibir un máximo de 20.000 personas. El lunes por la mañana eran 15.000; hoy [por ayer] superan los 25.000, y muchos más llegarán en los próximos días. Ésta es una crisis humanitaria superior a nuestras fuerzas: necesitamos ayuda de nuestros vecinos y de todos los europeos", explicó la vicepresidenta. Cruz Roja, Naciones Unidas y otras organizaciones han instalado en las últimas horas 19 centros de acogida junto a la frontera, pero la hospitalidad de los macedonios de origen albanés, que hasta ahora había permitido alojar a los fugitivos en casas particulares, ya no da más de sí. Y el Gobierno de Skopje se niega a establecer campos permanentes para los albaneses de Kosovo. "Eso podría generar desórdenes", reconoció Kiprijanova, refiriéndose a la creciente hostilidad de la población macedonia, que simpatiza con los serbios, contra los albaneses.Turquía ha aceptado recibir a 3.500 kosovares. Grecia, que acoge ya a casi 400.000 inmigrantes salidos de Albania en los últimos años, creará campos para absorber unos cuantos miles más. Bulgaria también ha mostrado buena predisposición. Pero la UE no parece estar por la labor. El subsecretario de Defensa italiano, Massimo Brutti, que visitó ayer la frontera de Macedonia con Kosovo, se declaró "terriblemente impresionado" por el "flujo dramático y sin precedentes" de los refugiados albanokosovares, y consideró urgente prestar auxilio económico. Anunció, de momento, la entrega inmediata de alimentos por valor de un millón de dólares (150 millones de pesetas). Descartó, sin embargo, la posibilidad de acoger a más albaneses en Italia. "Ya tenemos cientos de miles de inmigrantes irregulares, y no podemos admitir de forma indiscriminada a más personas para condenarlas a una vida miserable en la periferia de nuestras ciudades", argumentó Brutti. "Aceptaremos a quienes quieran y puedan hacer algo, labrarse un futuro, y por eso pensamos que es mejor ayudarles en Macedonia y abrir luego nuestras puertas de forma selectiva", añadió.
El Gobierno de Skopje ha recibido ya 25 millones de marcos (más de 2.125 millones) desde Alemania, espera 15 millones de euros de la UE en los próximos días y otros 40 millones de euros en semanas, a repartirse con Albania. "Pero esto no basta. Hemos hechos planes con los embajadores europeos para afrontar los próximos seis meses, aunque la crisis puede durar más", declaró la vicepresidenta Kiprijanova. La comisaria europea para los refugiados, la italiana Emma Bonino, inspeccionará hoy sobre el terreno la situación en Macedonia y Albania, cuya frontera mutua ha sido cerrada para evitar un trasbase hacia territorio macedonio de los fugitivos que se agolpan en el lado albanés.
Los accesos a la frontera entre Macedonia y la región yugoslava de Kosovo estaban ayer casi bloqueados, porque la policía tomaba nota minuciosamente de la identidad de cada persona y se formaban colas de kilómetros en las carreteras. Hasta ahora, los refugiados solían llegar con pasaporte y, en bastantes casos, con dinero suficiente para arreglárselas por sí solos. Ya no es así. Ahora carecen de documentos, llegan sucios, amontonados en coches y camiones o agotados por largas marchas a pie, y necesitan asistencia. El Gobierno macedonio se negó a confirmar la presencia de ciudadanos serbios entre los refugiados, civiles o desertores del Ejército, pero aseguró que su policía no preguntaba el origen étnico. "No discriminamos a nuestros ciudadanos, y no discriminaremos a la gente que huye de una guerra", explicó Radmila Kiprijanova.
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