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Reportaje:

El último vuelo a las Malvinas

Chile sume a la colonia británica en un casi total aislamiento en protesta por la detención de Pinochet

Se acabaron los viajes desde las Malvinas hasta Chile y de allí a toda América; se acabó, al regreso, la fruta fresca y las verduras amontonadas en la bodega del avión y en los asientos traseros. Ayer, sábado, Lan Chile, la línea aérea chilena, tenía previsto volar por última vez con su Boeing 737 desde Stanley, la capital del archipiélago, hasta Punta Arenas, Puerto Montt y Santiago de Chile. A instancias del Gobierno chileno, la compañía suspende su vuelo sumiendo a los 2.000 habitantes de la colonia británica del Atlántico sur y a unos 200 inmigrantes chilenos en un aislamiento aún mayor.La culpa la tiene, en parte, la baronesa Margaret Thatcher. En una carta dirigida a los lores tras la detención, en octubre en Londres, del general Augusto Pinochet, recordaba la valiosa ayuda que su régimen brindó a las Fuerzas Armadas británicas en 1982 durante la guerra de las Malvinas, en la que derrotó a Argentina. El Gobierno chileno se acordó de aquello y, arrepentido, incluyó en diciembre pasado la supresión del vuelo a las Malvinas en la lista de represalias adoptadas contra el Reino Unido por retener a Pinochet.

"A partir de ahora nos resultará más difícil viajar", se queja al teléfono Tony Bumett, director adjunto del Penguin News, el único semanario local. Para desplazarse a Chile o a Uruguay -los malvineses nunca van a Argentina- deberán a partir de ahora ir primero a Londres en un Tristar de la Royal Air Force, que les cobrará unas 250.000 pesetas por el trayecto de ida y vuelta. Tras 18 horas de viaje enlazarán allí con otro vuelo que les llevará al Cono Sur. "Equivale a dar la vuelta al mundo para visitar un país vecino", añade. "Pero más aún que a los isleños, la medida hace polvo a los inmigrantes chilenos".

La sanción "tiene un impacto psicológico", prosigue Bumett. "Es como si nuestro cordón umbilical con el resto del mundo estuviese a punto de romperse". "Además, nos vamos a quedar sin las pocas naranjas y limones que comíamos y que traía el avión chileno porque la dureza de nuestro clima no favorece la agricultura", se lamenta.

La fruta podría, no obstante,ser enviada a la colonia británica desde Uruguay vía Argentina, pero los malvineses se niegan a que el avión que la transporte haga escala en el país que les invadió hace 17 años. Tras fracasar en sus intentos de convencer a los chilenos de que no apliquen la sanción, Hugh Normand, director de la Corporación para el Desarrollo de las Malvinas, viajó este mes a Uruguay, donde una pequeña compañía, Aerosur, se mostró dispuesta a enlazar Montevideo con Stanley.

Para no dar un costoso rodeo, el avión debería, sin embargo, entrar en el espacio aéreo de Argentina, y las autoridades argentinas pusieron como condición que hiciese escala en Buenos Aires. El propio presidente uruguayo, Julio Sanguinetti, aceptó esta exigencia pero los malvineses la rechazaron. "En el momento en que tengamos vuelos directos con Argentina y que ésta sea la única conexión [con América Latina], estaremos en sus manos", declaró al Times de Londres Mike Summers, miembro del gobierno local, para justificar su negativa. "Volar a través de Argentina no es aceptable. A corto plazo preferimos prescindir de enlace aéreo. Nos perjudica, pero no es un desastre".

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