"Me limito a cumplir una misión"
Los pilotos españoles en la base de la OTAN en Aviano reciben la visita del ministro de Defensa, Eduardo Serra
"¿Qué es mejor, ir o volver?". La pregunta la hace el ministro español de Defensa, Eduardo Serra, al medio centenar de pilotos y mandos del destacamento español Ícaro que prestan servicio en la base aérea de la OTAN en Aviano (Italia). Se oyen carcajadas y una voz unánime responde, "hombre, la vuelta". Son las tres de la tarde y la base de Aviano, de la que ha despegado el grueso de los cazabombarderos que intervienen en la operación de castigo de la OTAN sobre Yugoslavia, parece casi tranquila. En la cantina española, los pilotos reciben al ministro, que viene a comprobar sobre el terreno cómo están los ánimos, vestidos con monos del Ejército color caqui y le explican en qué ha consistido grosso modo su participación en la operación de la Alianza."Esta noche salimos de nuevo. Ayer repostamos a dos aviones americanos en una de las misiones. Hay momentos más arriesgados, pero todo ha salido como estaba planeado", dice uno de los pilotos que ha intervenido en una de las tres misiones en que han participado aviones españoles. Anoche estaba previsto que saliera otra pareja de F-18 con su pequeña bandera rojigualda prendida en el fuselaje, camino de nuevos objetivos estratégicos en territorio de Serbia, Kosovo o Montenegro. ¿No tienen los pilotos españoles la sensación de golpear a un enemigo inferior? "No hay enemigo pequeño", responde Manuel, casado, a punto de cumplir los 32 años, miembro, como todos los pilotos de F-18 españoles, del Ala 12 de Torrejón (Madrid). ¿Odia a Milosevic? "No, yo me limito a cumplir una misión muy estudiada, muy programada. El objetivo número uno es no golpear a la población civil. Incluso es preferible no descargar las bombas antes que causar daños colaterales", dice.
Los nueve kilómetros de perímetro de la base de Aviano están cercados de alambre y vigilados por cámaras de seguridad. Dicen, informaciones nunca confirmadas, que en las galerías interiores, Aviano esconde armas nucleares. La base entera, repleta de aviones Prowler, Hércules, Awaks, F-16 y F-18 parece tranquila, casi desierta. Sin embargo, el piloto llamado Álvaro (el mando prefiere evitar que se divulguen los apellidos) asegura que esta noche saldrán de nuevo, que habrá otra misión. Álvaro procede de la base de Zaragoza y está adiestrado para misiones esenciales, como la de repostar en vuelo a los cazas norteamericanos. Desde que comenzó la guerra, el 80% de las misiones de castigo sobre Yugoslavia las han realizado aviones de EE UU. "En Aviano, las relaciones entre los distintos destacamentos son buenas", dice Álvaro. Pero el comandante que se ocupa de recibir a la prensa reconoce que el contacto con los norteamericanos, con los británicos y los canadienses es pequeño. El camino hasta el destacamento Ícaro -que acoge a unos 200 militares españoles entre pilotos, informáticos, empleados de cocina o de administración, con sus cuatro aviones F-18, y un avión cisterna Hércules- se hace a través de una calle lateral de la base, pespunteada de búnkeres de cemento donde se custodia un material preciado: unos 110 cazabombarderos, la mayoría F-16, y algunos, más modernos, F-18, aparatos que cuestan más de 3.500 millones de pesetas cada uno, utilizados en mortíferas operaciones sobre el territorio yugoslavo. Nadie diría, viendo la aparente calma que se respira en Aviano, que desde el miércoles pasado las fuerzas de la OTAN bombardean a unos pocos centenares de kilómetros de Venecia suelo europeo con la esperanza, como dice el ministro Serra, de que los serbios cedan y firmen el acuerdo de paz de Rambouillet.
"España entera está pendiente de lo que estáis haciendo aquí", dice el ministro a las tropas. "Os traigo un mensaje personal de Su Majestad que se congratula de que las operaciones hayan terminado bien y quiere felicitaros por el altísimo porcentaje de éxito en las mismas". "A ver si entre todos conseguimos que pare esta guerra", añade. Serra está acompañado por los jefes del Estado Mayor de la Defensa, Santiago Valderas, y del Aire, Antonio Louro López.
"Nosotros sabemos que hay riesgo en el aire. Que las defensas antiaéreas serbias son importantes; sus Mig-29 son aviones excelentes, y lo sabemos porque nos hemos entrenado en ellos también", dice Manuel. ¿Cómo viven la guerra en Aviano? ¿Pueden dormir antes de las misiones? "Le advierto que los militares somos los primeros en desear la paz", contesta. Fuera, en la carretera que pasa al borde de la base y se pierde rumbo a los Alpes, una fila estrecha de manifestantes con banderas rojas y pancartas contra la guerra cruza delante de los centinelas norteamericanos. "A las protestas", dice el comandante español Martín Albo, "estamos acostumbrados".
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