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OPERACIÓN FUERZA DECIDIDA

Rusia presenta en Naciones Unidas una resolución para el alto el fuego

Rusia no devolverá al mundo a los tiempos de la guerra fría, aunque esté furiosa por los bombardeos de la OTAN a Kosovo. El ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, aseguró ayer que éstos pretenden imponer un orden mundial en el que el destino de los países se decida en Washington, y acusó a los aliados europeos de "connivencia con EE UU" y violación del derecho internacional. Pese a todo, añadió que Moscú respetará los embargos de armamento a Irak, Libia y, aunque sin citarlo, Yugoslavia. La representación rusa ante Naciones Unidas presentó ayer ante el Consejo de Seguridad un proyecto de resolución en el que exige "el cese inmediato" de los ataques de la OTAN.Sergei Lavrov, enviado ruso ante la ONU, señaló que su país "demanda el inmediato cese del uso de la fuerza y la reanudación de las negociaciones". El proyecto presentado por Moscú invoca la Carta de Naciones Unidas, pero tiene pocas posibilidades de salir adelante, dado que tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto -EEUU, Reino Unido y Francia- son miembros de la OTAN.

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El estadounidense Peter Burleigh apuntó que la votación sobre la propuesta rusa podría celebrarse hoy y añadió que su país se opone "totalmente" al texto ruso. "No ayuda para nada". "Si se adopta, prolongará la crisis de Kosovo porque animaremos a Milosevic a seguir por el mismo camino. Lo rechazamos totalmente".

Ayer, el jefe del Estado Mayor, general Anatoli Kvashnin, afirmó que la primera oleada del ataque de la OTAN contra Yugoslavia causó 70 muertos (50 civiles) y más de 200 heridos, y que la mayoría de los 40 objetivos alcanzados no eran militares.

También el ministro de Defensa, Ígor Serguéyev, calentó verbalmente el conflicto al asegurar que, según informes de los servicios de inteligencia, la OTAN prepara una invasión terrestre desde Macedonia con unos 22.000 soldados. La Alianza lo niega rotundamente. Los 12.000 efectivos establecidos en Macedonia son la vanguardia de la fuerza internacional de paz cuyo rechazo por Milosevic ha sido el detonante que ha llevado esta crisis de las palabras a la guerra.

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Indignación

El Gobierno ruso combinó ayer las muestras de indignación con los indicios de que la sangre no llegará al río, de que no se abrirá una brecha insalvable con Occidente y de que el país continuará, sin desviaciones bruscas, por la senda de cooperación trazada tras la descomposición de la Unión Soviética. Casi al mismo tiempo que Ivanov aseguraba que el objetivo de la acción de la OTAN es "imponer los dictados económicos, políticos y militares de Estados Unidos", se firmaban con este país varios acuerdos de cooperación en cuestiones de energía y comercio.Tras afirmar el miércoles el presidente Borís Yeltsin que Rusia suspende su colaboración con la Alianza, Ivanov insistió ayer en que los ataques suponen "una clara violación del Acta Fundacional" y una "flagrante agresión" que "viola el propio Tratado de Washington" con el que se creó la OTAN. Sin embargo, según fuentes atlánticas, el embajador ruso ante la Alianza, Serguéi Kisliak, seguía todavía en su puesto por la tarde, aunque no el representante militar, general Víktor Zavarzín, llamado a Moscú. Rusia no puede permitirse el lujo de romper con Occidente cuando necesita de su ayuda para superar la más grave crisis económica en siete años. La llegada ayer de los primeros cargamentos de ayuda humanitaria de la Unión Europea a la región de Smolensk fue un síntoma claro de que no es probable que se rompa la baraja.

El más importante indicio, sin embargo, es que el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, llegará mañana a Moscú para discutir el desbloqueo o concesión de nuevos y vitales créditos a Rusia.

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