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El adiós de la Legión Cóndor a Gernika

Una parte esencial del archivo debería estar formada por los documentos y recuerdos personales de los niños de la guerra, de los que aún viven unos 450 en Rusia, 40 en Cuba y varias decenas en Rumania, Bulgaria, Albania y otros países hasta hace poco al otro lado del telón de acero. Una de estas niñas, la vasca Josefina Iturrarán, que llegó en 1937 a la URSS, cuando sólo tenía 12 años, relata un curioso detalle del bombardeo de Gernika, de donde ella salió tres días antes. Cuando se produjo el ataque de la Legión Cóndor, su tío Eladio estaba ya en el monte cercano, al que se fue porque no le olió nada bien la incursión de un par de aviones germanos de reconocimiento.

Después del bombardeo, Josefina le preguntó si le había llamado algo especialmente la atención. Ésta fue su respuesta: "Cuando se iban, dejando atrás muerte y destrucción, los pilotos sacaban sus pañuelos, como diciendo "ahí os quedáis".

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Mantener viva la memoria

Josefina, que ha investigado sobre la tragedia de los soldados de la División Azul que se pasaron al Ejército Rojo y terminaron en los campos de concentración estalinistas, ha descubierto también una carta del cónsul soviético en Barcelona a seis dirigentes de la URSS. En ella se relata que el presidente catalán Companys le dijo que, al estallar la guerra, recibió la oferta de jefes de tribus marroquíes de preparar una insurrección que atase al ejército colonial en Marruecos. El precio era doble: dinero e independiencia. Siempre según el cónsul, Indalecio Prieto la rechazó.

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