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Un juez italiano exculpa el acoso sexual de un jefe si lo hace por amor

Las molestias sexuales no merecen este desagradable nombre cuando el sujeto que las practica lo hace movido por el amor y cuando no quedan huellas permanentes de tales avances en la víctima. Éste es el fundamento casuístico que ha decidido a un juez de instrucción de Como (en el norte de Italia) a archivar la denuncia presentada hace varios meses por una empleada de 34 años contra su jefe.La joven, cuya identidad no ha sido revelada, comenzó a trabajar como secretaria en una pequeña firma de Como en noviembre de 1997. A los pocos días comenzó el acoso de su jefe, con el que compartía despacho. No se trataba sólo de comentarios, sino de auténticos arrebatos que incluían besos y caricias indeseadas.

Tras sufrir una grave depresión, la secretaria optó por presentar en mayo del año pasado una denuncia por injurias y tentativa de violencia contra el empresario y presentó en la audiencia preliminar una grabación de contenido altamente elocuente sobre el caso. Pero todo ha sido inútil ante el contraataque del acusado.

Las molestias existieron, reconoció el empresario, pero eran simples intentos de conmover a la joven, ya que se había enamorado perdidamente de ella. Un sentimiento que no le ha impedido negarle el sueldo de los últimos cinco meses por creer que la secretaria abandonó su puesto sin razones.

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