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El alemán LaGrand sufrió una dolorosa agonía de 18 minutos en la cámara de gas de Arizona

De nada sirvió que en el último momento un tribunal federal frenase la ejecución del alemán Walter LaGrand, de 37 años, en una prisión de Arizona con el argumento de que la cámara de gas era "un método cruel". El Estado recurrió esa orden judicial y el Tribunal Supremo la revocó horas después. A última hora del miércoles (primeras horas de la mañana del jueves en España), LaGrand murió tras 18 minutos de agonía por los gases letales. La noticia que ha escandalizado a Alemania y a Europa, a duras penas ha merecido un pequeño espacio en los medios de comunicación estadounidenses.

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Método cruel

Poco antes de las 8 de la tarde, hora local de Arizona, el alcaide de la prisión de Florence ordenó a los verdugos proceder con la ejecución de Walter LaGrand. Dejaron caer varias pastillas de cianuro en un recipiente con agua destilada y ácido sulfúrico colocado bajo la silla a la que estaba amarrado.Enseguida comenzó a subir por la cámara una nube de color rosáceo que provocó la tos inmediata del preso. Atado con correas a una silla negra, acolchada, LaGrand sufrió a los pocos segundos los primeros espasmos y quedó inmóvil después de varias convulsiones. Un médico certificó su muerte 18 minutos después de que comenzase la ejecución.

Antes de que la puerta de la cámara de gas se cerrase, LaGrand pidió que le dejasen pronunciar unas últimas palabras, y dirigió su mirada a la familia del banquero que mató hace 17 años durante el asalto a un banco: "Os perdono a todos, y espero que se me perdonen a mí en mi próxima vida. Deseo paz para las personas a las que quiero". Su ejecución apenas mereció ayer un espacio menor en los medios de comunicación en EEUU.

Momentos antes de la ejecución, los responsables de la cárcel ofrecieron a LaGrand la posibilidad de cambiar la cámara de gas por una inyección letal, pero rechazó esa posibilidad como medida de protesta contra la pena de muerte. En su última cena (costumbre ancestral en las cárceles estadounidenses) pidió huevos, beicon, filete, patatas y zumo de frutas.

El hermano de Walter LeGrand, Karl, de 36 años, acusado del mismo crimen, había sido ejecutado una semana antes en la misma prisión, aunque él sí acepto morir con una inyección letal. Los dos habían pedido voluntariamente la cámara de gas para tratar de que la justicia declarase inconstitucional ese método por su crueldad y de esa forma se demorara el cumplimiento de la pena de muerte.

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Así ocurrió en los dos casos, pero el aplazamiento resultó momentáneo en ambas ocasiones. Horas antes de cada una de las dos ejecuciones, un tribunal federal ordenó una suspensión por la posible inconstitucional del método empleado, aunque en ningún caso ordenó revisar la condena. De igual manera, en las dos ocasiones el Tribunal Supremo tardó solo unas pocas horas en resolver los recursos presentados de inmediato por las autoridades de Arizona contra la orden del magistrado federal. Un informe encargado en 1996 por el tribunal de apelaciones de California aseguraba que la muerte en la cámara de gas se produce después de un "largo e intenso dolor", y aseguraba que este sistema mortífero suma más "ansiedad, pánico y terror" al que ya sufren de por sí todos los condenados a muerte.

La "crueldad" de la silla

Estados Unidos comenzó a usar la cámara de gas en torno a 1930. Varios Estados fueron implantando este sistema cuando surgieron críticas contra la crueldad del método que entonces estaba de moda: la silla eléctrica. Paradójicamente, la silla eléctrica sigue siendo una modalidad admitida y empleada por la mayoría de los Estados con pena de muerte vigente, mientras la cámara de gas apenas se ha empleado. Sólo 10 de los 500 ejecutados, desde la reimplantación de la pena capital en 1976, han escogido morir por inhalación de gases letales.Nacidos en Augsburg (Alemania) y trasladados de pequeño al país de su padre, Estados Unidos, Karl y Walter LaGrand mataron al gerente de un banco en Arizona cuando ninguno de los dos había cumplido los 20 años de edad. En aquel atraco también apuñalaron a una secretaria seis veces, aunque sobrevivió. Tanto esta mujer como la familia de la víctima estuvieron presentes en la sala en de la prisión en la que está instalada la cámara de gas, un recinto acristalado que permite a los asistentes ver la agonía del preso desde una pequeña tribuna.

El canciller alemán Gerhard Schröder había solicitado personalmente el aplazamiento de la ejecución a Bill Clinton y a la gobernadora del Estado. Antes de la ejecución se recibió incluso una petición del Tribunal Internacional de La Haya en la que se sugerían posibles violaciones a los derechos consulares de los detenidos. La gobernadora del Estado, Jane Hull, lo solucionó con la garantía de que los acusados gozaron de los mismos derechos "que cualquier ciudadano americano" y comunicó su decisión de seguir adelante con la ejecución "en el interés de la justicia, pensando en las víctimas".

La semana pasada, Karl LaGrand se convirtió en el primer ciudadano alemán ejecutado en EEUU desde la Segunda Guerra Mundial. Cuando se cumplió su pena de muerte, su hermano Walter manifestó su deseo de morir de la forma "más cruel posible" y mantuvo esa decisión hasta el final.

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