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Tribuna
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Violencia institucional

Tipos de violencia hay muchos y todos tienen efectos perniciosos para la convivencia, aunque, obviamente, no todos lo tienen por igual. No es lo mismo la violencia practicada por ETA a lo largo de estos últimos treinta años que la violencia que se está practicando en estos momentos por el entorno de ETA. Y en este sentido nadie en su sano juicio discute que no es un paso despreciable el tránsito de la primera a la segunda.Si éstos fueran los términos en que está planteado el problema de la violencia en el País Vasco, no cabe duda de que podríamos sentirnos satisfechos con la marcha del proceso de pacificación. La violencia "de baja intensidad" no sería sino expresión de que "un automóvil que va a 180 kilómetros por hora no puede frenar en 25 metros" (Jordi Pujol). Lo que ocurre es que este tipo de violencia no es la más significativa en el País Vasco en este momento. El fin de la violencia de ETA ha dado paso a una violencia de tipo institucional, que puede tener y de hecho creo que está teniendo efectos más perversos que la propia violencia etarra. Desde la firma del pacto de Lizarra y la formación del gobierno nacionalista las manifestaciones de violencia institucional son casi diarias. El Parlamento vasco se ha convertido en un centro de provocación permanente en todas las direcciones imaginables. ¿O no es violencia institucional contra los partidos no nacionalistas la utilización sectaria del Parlamento vasco, boicoteando incluso el normal funcionamiento del mismo cuando interesa a los diferentes partidos nacionalistas en general y Euskal Herritarrok (EH) en particular? ¿Tampoco lo es para la sociedad en general y las víctimas del terrorismo en particular la provocación de situar a Josu Ternera en la Comisión de Derechos Humanos? ¿Tampoco la crítica institucional del Parlamento vasco a la Audiencia Nacional por su decisión sobre la asistencia de Josu Ternera a las sesiones de la mencionada comisión con olvido manifiesto del principio de división de poderes? ¿O la puesta a disposición del Parlamento vasco a los kurdos con la finalidad de provocar un enfrentamiento con el Gobierno de la nación?

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Este tipo de violencia es mucho más insidioso que el practicado por ETA. La de ETA era una violencia criminal de cuyo carácter delictivo no había duda. La violencia institucional no se presenta como tal, sino como una forma legítima de ejercicio del poder. Ejercicio del poder que se proyecta simultáneamente hacia el "exterior", es decir, hacia las instituciones del Estado y hacia el "interior", hacia la propia sociedad vasca.

Ambas proyecciones son complementarias. El desafío al Estado en que los partidos nacionalistas se han instalado desde el pacto de Lizarra supone enviar al mismo tiempo un mensaje inequívoco a la población no nacionalista del País Vasco. Si conseguimos romper el marco constitucional que define las relaciones entre el Estado y la comunidad autónoma, ¿qué límite podrá establecerse a partir de ese momento para la dominación política nacionalista en el interior del País Vasco? Si ni siquiera el Estado español es capaz de frenarnos, ¿quién nos va a frenar después?

El problema principal no es el terrorismo "de baja intensidad". No es que EH condene la violencia. El problema es que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Eusko Alkartasuna no hagan un uso "desviado del poder" con la finalidad de provocar hacia fuera y amedrentar hacia dentro.

Por eso no entiendo por qué la resistencia a convocar el Pacto de Madrid. Ya no hay atentados y el consenso indispensable cuando los había no tiene por qué ser el único criterio para convocarlo. Que el PNV tenga que dar explicaciones en ese foro sería sumamente conveniente.

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