Rehenes en La Haya
"Salieron de todas partes", relató un policía explicando el comienzo de la ocupación de la residencia del embajador griego en La Haya. Sobre las seis de la madrugada, unos 150 kurdos se aproximaron al edificio situado en pleno corazón de la ciudad y a gritos de ¡Ocalan! entraron sin que la policía pudiera hacer nada. Al no hallar al embajador, que se encontraba de viaje, tomaron como rehenes a su esposa, a su hijo de ocho años y a una empleada de origen filipino. Pocos minutos después los secuestradores kurdos, entre los que hay familias enteras, mujeres, ancianos y niños, desplegaron las banderas del Partido Kurdo de los Trabajadores y fotografías del líder detenido en todas las ventanas, que, a pesar del frío reinante en La Haya, permanecieron abiertas a lo largo de todo el día.Los esfuerzos de las autoridades no sirvieron de nada. A última hora de la tarde varios furgones de la policía, coches blindados, autobuses vacíos, bomberos y ambulancias hacían esperar una entrada violenta en cualquier instante. Durante todo el día, un gabinete de crisis compuesto por el alcalde, el fiscal y el comisario de la policía trataba de convencer a los secuestradores -que ni tan siquiera se sabe si estaban armados- de que depusieran su actitud, mientras que centenares de kurdos se manifestaban por la ciudad tratando de llegar a la residencia. Los enfrentamientos con la policía se saldaron con medio centenar de detenidos.
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