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EL "CASO PINOCHET"

Viaje a la corte de Augusto

Lucía Santa Cruz, ex amante del príncipe Carlos, es la clave de una campaña a favor de Pinochet

. ENVIADO ESPECIALCharlotte es una finísima dama de la burguesía inglesa emparentada con la aristocracia; finísima por partida doble, tanto por su delgadez como por su sentido del humor. Hace pocos días, en una cena organizada en su casa de Chelsea, Charlotte definió, a la hora del café, la paradoja que encierra el drama de Augusto Pinochet.

"En una época en la que se ha acabado en todo el mundo la derecha y la izquierda, en una época en la que ya no hay guerra fría y resulta cada vez más difícil, aquí en este país, distinguir entre los laboristas y los conservadores, el hecho de que Pinochet esté detenido, nada menos que en Londres, en esta ciudad, es toda una hipocresía, por no decir vergüenza", dijo. Y por el tono de su voz, estaba claro que no esperaba respuesta.

A diferencia de Charlotte, que se limitó a reflexionar en voz alta a medianoche, en su propia casa, le ha tocado a otra mujer, Lucía Santa Cruz, romper una lanza en público, y a tambor batiente, para la causa del general. El general Pinochet ha tocado, en Londres, a rebato. Tras su primera derrota, el 25 de noviembre, en la Cámara de los Lores, que anuló su inmunidad, su defensa consiguió una primera gran victoria: la anulación del fallo por la relación entre uno de los jueces que votó contra Pinochet, lord Hoffmann, y Amnistía International, que actúa en el pleito.

Pinochet ha venido a decir: como vencedores de la guerra en 1973, no podemos tolerar que la historia la escriban los vencidos. Fernando Barros, un abogado chileno con 11 hijos, que discurría en Londres un año sabático, fue fichado para crear el Movimiento Chileno por la Reconciliación, el punto de partida de una gran campaña de publicidad. Barros contrató a su vez a lord Tim Bell, un hombre próximo a Margaret Thatcher, que ya había trabajado para Pinochet en 1988. Su firma de relaciones públicas Bell Pottinger asesoró a Pinochet en el referéndum que buscaba perpetuarle en el poder. Aunque el objetivo fracasó, Pinochet mantuvo sus relaciones con lord Bell. La segunda operación de Barros consistió en encomendar a Patrick Robertson, dueño de la agencia Robertson de relaciones públicas, la creación de un Movimiento de Apoyo a Pinochet de personalidades no chilenas. La primera iniciativa importante fue la publicación de un panfleto llamado "Allende -Pinochet, historia de dos chilenos". Lo redactó un asesor de lujo de Margaret Thatcher. Se trata de Robin Harris, un hombre que colabora en la Fundación Thatcher.

Pero la clave era Lucía Santa Cruz. La campaña de prensa necesitaba una persona que reuniese las condiciones de una gran actriz o alguien que pudiera, por su fama y relaciones, tener un gran impacto.

La división de trabajo fue esbozada: mientras el panfleto de Harris revelaría que durante la época de Allende también hubo torturas, sería Lucía Santa Cruz quien personalizaría la denuncia. Hija de Víctor Santa Cruz, embajador en Londres del gobierno chileno de Alessandri, Lucía estudió a partir de los 19 años la carrera de historia en Oxford. Un libro del periodista británico Jonathan Dimdleby contó, hace ahora cinco años, lo que todo el mundillo de la época sabía: que Lucía Santa Cruz había sido, a los 19 años, en su epoca universitaria, amante del príncipe Carlos. El periodista narraba, basándose en testimonios de una pareja muy próxima al príncipe en sus años de Cambridge, que Lucía Santa Cruz había iniciado sexualmente a Carlos.

En 1998, Lucía Santa Cruz recibió como huésped en su elegante casa del barrio de Cachagua, una vez que se pasa la playa de Viña del Mar, a dos horas de Santiago de Chile, a Camila Parker-Bowles, quien precisamente inició sus primeras relaciones con el príncipe Carlos por su época de estudiante en Cambridge. Y fue una de las invitadas de honor en la fiesta del 50º cumpleaños del príncipe Carlos, en noviembre de 1998, mientras se debatía el primer juicio de la inmunidad.

Pues he aquí el papel preparado para Lucía Santa Cruz en medio del segundo juicio sobre la inmunidad. La señora, de 53 años, una belleza en sus años jóvenes, debía escribir una pieza para uno de los periódicos más favorables, tanto informativa como editorialmente, a Pinochet. Allí debía explicar que su marido Juan Luis Ossa había sido el primer político en ser torturado en 1972, bajo el Gobierno de Salvador Allende. Lucía Santa Cruz escribió su artículo con oficio -es editorialista en el chileno El Mercurio- y mantuvo un diálogo con una de las periodistas que cubren habitualmente las historias de Pinochet.

Sería la gran historia del domingo 31 de enero. El juicio sobre la inmunidad se había interrumpido el jueves 28 y se reanudaría el lunes 1 de febrero. Aquello que Clare Montgomery, abogada de Pinochet, se abstendría de decir en la Cámara de los Lores -ni siquiera ha puesto en cuestión los cargos que se le imputan-, Lucía Santa Cruz lo pondría negro sobre blanco. Su marido, el primer torturado de Allende. Si es un hecho que nadie es profeta en su tierra, Lucía Santa Cruz comprobaría que tampoco se puede serlo en tierra adoptiva. El periódico Sunday Telegraph se sintió más atraído por la antigua relación de la dama anglochilena con el príncipe Carlos que por la presunta tortura de su pobre marido. El titular: "Dejen ir a Pinochet, dice la ex novia del príncipe".

Para la campaña fue un gol. Lo que pretendía ser un mensaje a siete jueces lores que al día siguiente, lunes 1 de febrero, reanudaban la sesión, se convirtió en una historia sobre una de las primeras novias del príncipe Carlos. Con todo, ni su marido había sido detenido ilegalmente en 1972 ni había sido torturado. La verdad: Juan Luis Ossa era dirigente del grupo fascista Patria y Libertad cuando fue detenido portando armas. Su intento de embarullar a la policía que le detuvo le valió una demanda por calumnias, que perdió en los tribunales.

Lucía Santa Cruz regresó a Santiago al día siguiente de su historia en el periódico amigo de Pinochet. Estaba indignada. Pero aún más lo estuvieron algunos periódicos, que la atacaron sin piedad por falsificar la historia de Juan Luis Ossa.

"No conozco a Lucía Santa Cruz, pero sé que es muy apreciada por la familia de Pinochet y por el general", dijo a este periódico Peter Schaad, un empresario de 51 años, nacido en Zúrich, que vivió en Chile entre los años 1976 y 1978 y que solía visitar al ex dictador en su despacho del palacio de la Moneda. Schaad, precisamente, acompañó a Pinochet a visitar a la baronesa Thatcher a su residencia el 5 de octubre de 1998, once días antes de su detención por orden del juez Baltasar Garzón, el 16 de octubre de 1998. "Lady Thatcher nos ofreció una copa. Estuvimos cuarenta y cinco minutos y como el general no habla inglés, yo tuve que hacer de intérprete. En realidad yo lo hice todo", dice Schaad, que vive en Londres desde hace 10 años. Schaad visita a Pinochet dos veces por semana. La semana pasada estuvo dos horas con el general y lo encontró en plena forma.

"A mí no me interesan los derechos humanos o la tortura, se lo digo como lo siento", apunta Schaad. "El general es un hombre que hizo todo por su patria y me merece este respeto. No veo por qué España o el Reino Unido tienen que meterse en esta historia. El general ha sido secuestrado aquí hace cuatro meses y sigue en esa situación", sostiene. "Pero hay mucha gente que le apoya en el establishment de este país. Y entre esa gente se cuenta la corona, la aristocracia, y miembros del Parmento".

Schaad da en el blanco. Fuentes solventes próximas a la Embajada chilena en Londres aseguran que en la fiesta tradicional de apertura del año parlamentario, en vísperas del primer fallo de los jueces lores, el 25 de noviembre pasado, el príncipe Carlos se acercó al embajador chileno Mario Artaza y al agregado militar Oscar Izurieta, para preguntarles por el general Pinochet y desearles buena suerte. Un día después, la resolución contra la inmunidad del exdictador ganaba por 3 contra 2.

Pero no deja de ser cierto que, sobre todo entre los lores, Pinochet tiene adeptos. Uno de los más destacados es lord Norman Lamont, ex ministro de Hacienda durante el gobierno de Thatcher. "Pinochet ha sido arrestado de forma miserable e ilegal. Todavía sigo sin recibir una explicación del lord Chancellor sobre la orden de arresto inicial. Creo que éste es un tema de Chile", dijo a este periódico. Patrick Robertson, el relaciones públicas, fue introducido en esta historia de Pinochet, ideológicamente, por su amigo Robert Birley, hijastro del adinerado empresario James Goldsmith. Ambos estaban en Málaga cuando Pinochet fue detenido el 16 de octubre de 1998. Volvió a Londres y comenzó a trabajar. Fue él quien unió a la causa al historiador Paul Johnson, conocido por su libro Tiempos Modernos, en el que deja constancia de los crímenes cometidos por la Dina (Dirección Nacional de Inteligencia). "¿Yo escribí eso?", se vio sorprendido Johnson ante el periodista. "La verdad es que no me he enterado de la verdad histórica hasta estos cuatro meses posteriores al arresto del general Pinochet. Ahora sé lo que pasó en Chile y creo que Pinochet es un héroe. Por eso apoyo su liberación. El mundo, desgraciadamente, es un lugar muy poco agradable para vivir. Y Pinochet ha sido una víctima de él", explicó el escritor.

La corte del general, pues, tiene un objetivo: la liberación del secuestrado y su devolución a Chile. En las próximas semanas, siete jueces lores harán saber si han sido sensibles a las campañas o a las leyes internacionales que aún con su ambigüedad llevaron a tres colegas, el 25 de noviembre de 1998, a aprobar una resolución contra la inmunidad del general.

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