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¡Dichosa esfera! Angel López García-Molins

Resulta que anda por ahí un proyecto de esfera armilar que no llegó a cuajar en la Expo-92 ni en las Olimpiadas de Barcelona y que podría llegar a construirse en la Comunidad Valenciana. El coste no es ninguna tontería, unos seis mil milloncetes, así que lo más probable es que la cosa se quede en nada. Pero ahora parece que el Estado nos la quiere regalar, que se ha montado a toda prisa una oficina de Armatostes Armilares y que continuamente están llegando propuestas de emplazamiento desde todos los rincones de la Comunidad. Gracias a un antiguo alumno, he tenido acceso a las deliberaciones que ocupan las horas, nada muertas, de los dos funcionarios que atienden la oficina y no resisto la tentación de ofrecerles un botón de muestra. "Qué hacemos, jefe, los de Terra Mítica la quieren y los de la Ciudad de la Luz también. Aquellos dicen que en la esfera celeste están los planetas y que cada uno tiene un nombre mítico que lo justifica. Ya sabe, que si Venus, la diosa del amor, que si Mercurio, el dios de los ladrones, con perdón, que si Marte, el dios de la guerra. y así. Pero estos otros afirman que en la esfera también están las estrellas y que las estrellas dan luz, mucha luz, así que dónde mejor que en la ciudad de la ídem". "Vaya por Dios -contestó su superior-, esto nos va a provocar una verdadera guerra civil autonómica en Alicante. ¿Y si la instalásemos en la ciudad, por ejemplo, en el paseo, y así queda en medio de los dos parques temáticos?". El auxiliar administrativo miró con tristeza a su interlocutor, pues estaba leyendo un e-mail en la pantalla del ordenador y se daba cuenta de que la idea era buena, pero impracticable. "Lástima de solución, fíjese lo que dice aquí: «El Ayuntamiento de Valencia ha resuelto en sesión extraordinaria que, siendo la ciudad mejor afarolada de Europa, sólo le falta completar su equipo con una lámpara emblemática que se instalará en la Plaça del Ajuntament, precisamente, la esfera armilar. Si cada aro se construye con un neón circular y cada cuerpo celeste con una bombilla halógena, podemos salir en el Guiness». Como ve, ya tenemos la polémica centralista montada". En ese momento entró una secretaria, con una carta urgente. "A ver qué quieren ahora, comentó el jefe de negociado, mientras rasgaba el sobre: «La Diputación Provincial de Castellón quiere manifestar su indignación por el intento de ubicar la esfera armilar en Alicante o, peor aún, en Valencia. Que nosotros sepamos, estos artilugios no son objetos de adorno sino aparatos científicos para efectuar observaciones astronómicas y los observatorios siempre se colocan en los lugares más altos, o sea, lógicamente, en Penyagolosa. Un poco de seriedad, por favor»". El funcionario se volvió con desánimo e interrogó a la secretaria, pero ella no le pudo dar razón; "Sí, claro, lo tendremos en cuenta", decía, consternada, mientras atendía una llamada telefónica. "Son los del Rincón de Ademuz, jefe, que dicen que la cota más alta de la Comunidad la tienen ellos, y que siempre se está postergando a las comarcas castellanohablantes". "No puedo más, me duele la cabeza, voy a ver si me tomo un café y una aspirina", se quejó el jefe, al tiempo que insinuaba una discreta huida. "Un momento, recuerde que le están esperando en la salita los de la Junta Central fallera, señor", dijo el auxiliar. "¿La JCF, y ésos que quieren?". "Dicen que por qué no les regalamos la esfera armilar como falla de la sección especial para el presente año, que no se puede estar siempre dando la tabarra en los periódicos para que actualicen las Fallas y se vuelvan modernos y que por una vez que tienen a mano un monumento psicodélico se les niega el reciclaje". "¡Qué bonito!", musitó la secretaria, que era fallera desde niña. "Que te crees tu eso -le objetó el auxiliar administrativo-, mi padre es el presidente de la Cooperativa de Cítricos del Xúquer y donde de verdad quedarían bien todas esas bolas, que parecen un árbol cuajado de naranjas, es en Alzira".En ese momento sonó el timbre de la puerta y entró el gran capitoste del invento. Desolado, el jefe de negociado le puso en antecedentes de lo que se estaba cociendo y aquel contestó lacónicamente; "Jo, vaya tropa". Y añadió: "De todas maneras no hay que preocuparse, parece ser que Madrid nos regala la esfera, pero, como de costumbre, no nos paga los portes de traslado y estos rondan los seis mil millones". "Ya decía yo, -suspiró el jefe de negociado-, que predicar no es dar trigo. Claro que si lo cargamos a los fondos de cohesión". "Hombre, también es una idea", contestó el capitoste mientras se le iluminaban los ojillos.

Angel López García-Molins es catedrático del Departament de Teoría dels Llenguatges de la Universitat de Valènciaangel.lopez@uv.es

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