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Duyos-Paniagua da en la Pasarela Cibeles el salto hacia el concepto industrial

La segunda jornada de la Pasarela Cibeles, con el avance para los próximos otoño e invierno, cursó con linealidad, a pesar de haber empezado con la alegría y los buenos contenidos de Duyos-Paniagua. Una clara idea de implantarse en el mercado y de vender sobrevuela y domina cualquier riesgo u originalidad. No es el caso de Juan Duyos y Cecilia Paniagua: ellos mantienen su humor, a la vez que han entrado de lleno en un sentido cartesiano del trabajo de la costura. Marrones, tierras, lanas de canalé grueso, pasamontañas, pantalones de espiga y paño a cuadros conforman, junto al dominio de un verde apagado, el salto cualitativo y estilístico de este dúo, que nos pone de lleno a confiar en su seriedad sin renunciar a sus principios de moral musical. En la serie final hubo hasta un dodotis perverso en falsa piel peluda con hilos de plata y pantalones de punto para el hombre. De Ángela Arregui no puede decirse que acertara ni en los tejidos ni en la línea. Hubo cuadro escocés guateado, abrigos de pelo, color verde olivo y sólo quedan positivamente en la memoria unos trajes largos, donde usa un tejido falso missoni y unas escolásticas bufandas de aire florentino.

Verticalidad

Kina Fernández afinó su factura sobre un despliegue de caros tejidos. Hay que destacar su corta capa-esclavina en paño gris y un esfuerzo de verticalidad a toda costa apoyando la caída de la riqueza material. Los colores dominantes fueron el gris, el azul acero y el negro de humo y hubo cremalleras en las aberturas de las faldas tubo. El calzado de producción propia de Fernández mostró un zapato bajo en caucho muy actual y práctico, acompañando ponchos de paño en dos texturas. Verónica Blume lució un traje casulla en fino paño marfil, que se salía del conjunto, pero mostraba calidad. Lo mismo que el esmoquin negro de un solo botón cruzado. Pedro Morago se movió cromáticamente del burdeos apagado a la combinación de marrones con mostaza y un negro asociado al gris que bailaba del marengo al humo. También aquí el punto acanalado hizo múltiples apariciones con el largo a media pierna y la ausencia de forros. Llama la atención que Pedro Morago ha insistido una vez más en hacer sus desfiles sin música, lo que le da al asunto gravedad, pero no concentración. Entre sus propuestas están las faldas a media pierna para los chicos con amplios jerséis clásicos, hubo sólidos abrigos de inspiración rusa y faldas largas tornasoladas que se abrían en un pronunciado evasée. El resto de la ropa de hombre se movió sobre lo convencional-comercial, hasta su ya inveterada levita con chaleco. La serie final fue concebida con ligereza.Cerró la jornada Victorio & Lucchino con promoción de flecos de mantón, el color caldero junto al plata, el gris y el negro, agregando el toque localista con volantes ligeros de fantasía metalizada que rozan el cabaré.

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