Una investigación revela que la planta atacada en Sudán no producía armas
, En la planta sudanesa de farmacéuticos destrozada el pasado mes de agosto por misiles estadounidenses no se ha detectado huella alguna que indique la producción de armas químicas. Éste es el resultado de una investigación científica de la Universidad de Boston, que examinó muestras de tierra, lodos y restos de la fábrica destrozada. La investigación fue encargada por el propietario de la planta que ahora busca una compensación por los daños sufridos. Estados Unidos bombardeó la nave porque en las muestras de suelo, clandestinamente obtenidas por la CIA (el servicio de espionaje de EEUU), se encontraba entre otras materias Empta, una sustancia para producir un gas nervioso. Además, la CIA relacionaba la planta con Osama bin Laden, el millonario saudí afincado en Afganistán, al que EEUU acusa de ser responsable de los atentados contra las embajadas estadounidenses en Kenya y Tanzania. Los nuevos resultados que ponen en duda el informe de la CIA no han cambiado, sin embargo, la postura del Gobierno estadounidense, que insiste en la necesidad del bombardeo. Las muestras ahora examinadas, según fuentes de la Administración Clinton, fueron sacadas en octubre, cuando las lluvias podían haber dispersado cualquier evidencia. En cambio, el reciente análisis no halló ni siquiera huellas de las sustancias que normalmente pueden detectarse durante meses, según afirma la Universidad de Boston. Los problemas en Sudán, por otra parte, no se centran en la existencia o no de armas químicas. Naciones Unidas pidió ayer casi 200 millones de dólares (unos 29.000 millones de pesetas) para ayudar a cuatro millones de sudaneses hasta final de año. Aunque la ONU reconoce que la situación en el país ha mejorado desde el alto el fuego firmado con la guerrilla del Sur el pasado 15 de enero, también alerta sobre la situación de 2,3 millones de personas que son vulnerables y que necesitan asistencia alimentaria. La aglomeración de desplazados en el sur del país y en los alrededores de Jartum, la proliferación de minas antipersonas, las carencias educativas y la situación de otros 136.000 refugiados preocupan a las agencias de la ONU.
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