Siete hombres de gris

Los miembros del tribunal de la Cámara de los Lores visten con colores parecido. Los trajes que llevan son de color gris, corbatas azules a juego. Nada de rayas, ninguna estridencia. Ayer, al final, todo parecía volver al comienzo. Lord Browne-Wilkinson exhibía las mismas obsesiones del primer día. "Es un caso que se ha ido ampliando como un chicle", se quejó cordialmente. "¿Qué es lo que tenemos que decidir aquí; la inmunidad, la extradición, la conspiración? Esto se ha vuelto inmanejable", reconoció el juez.

Como maestro de ceremonias no le gana nadie. Con fuerza, firmeza, pero sin acritud, lord Browne-Wilkinson ha manejado durante 12 largas sesiones materias y personalidades complicadas. Ahora, el juez intentará, a través de las deliberaciones de los próximos días, conseguir una imposible unanimidad.

El resultado final dependerá, todos coinciden, de su postura, en la que habrá una lucha interior entre las leyes antiguas y las modernas. Entre un orden jurídico viejo y otro moderno, propio del siglo XXI.