Brasil pacta con el FMI un nuevo ajuste presupuestario tras la devaluación

Después de cuatro días de intensas reuniones, el Gobierno de Brasil y la delegación del Fondo Monetario Internacional llegaron ayer a un principio de acuerdo para ampliar y endurecer el ajuste presupuestario pactado el año pasado. Según los nuevos términos, el Gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso hace suyo el objetivo de conseguir este año un superávit primario (ingresos menos gastos, excluidos los intereses de la deuda) del 3% del PIB, en vez del 2,6% acordado para este ejercicio el año pasado.

Ese compromiso significa para el Gobierno brasileño adelantar a este año el objetivo inicialmente previsto para el 2001 y es necesario, según declaró ayer en Brasilia el ministro de Economía, Pedro Malan, para compensar el efecto sobre la deuda externa de la devaluación vertiginosa del real frente al dólar. Pagar los intereses o el principal de la deuda le resulta ahora al Gobierno brasileño mucho más caro. El principio de acuerdo sobre el endurecimiento del ajuste presupuestario fue anunciado en la capital del país, en una conferencia de prensa conjunta por Malan y el director-gerente adjunto del FMI, Stanley Fischer, que encabeza la delegación negociadora del organismo multilateral. Las divergencias en algunos puntos habían obligado a Fischer a retrasar un día su regreso a Washington.

La dificultad en llegar a un consenso sobre las nuevas metas del acuerdo firmado el pasado noviembre hacían prever que antes de mediados de marzo no sería posible cerrar un nuevo texto. Los técnicos del FMI tienen tres semanas para elaborar el informe que servirá de base al nuevo acuerdo. Sólo a partir de entonces el Fondo podrá liberar un nuevo tramo del crédito de 41.500 millones de dólares (36.525 millones de euros) concedido a Brasil.

Pero el hecho es que las proyecciones sobre la economía brasileña tras la fuerte devaluación de la moneda son totalmente distintas a las anteriores. El Gobierno insistía en calcular una inflación inferior a un 10% para este año, mientras el FMI coincide más bien con las previsiones de la banca y temía que se situara en torno al 21%.

Discrepancias previas

El mecanismo defendido por el equipo económico brasileño para controlar la inflación -mantener los tipos de interés muy altos- provocaría una caída del PIB del 9%, según asegura el FMI. El Gobierno brasileño prevé, en cambio, que el impacto sólo será del 3%. Y a partir de ese punto, lo demás era pura discrepancia. El FMI insistía en mantener como meta para el déficit público el 4,7% del PIB. El Gobierno insistía en que esa meta es inalcanzable. Tras el principio de acuerdo alcanzado ayer sobre el objetivo de déficit primario, Fischer aseguró que el marco general sobre la evolución de la economía brasileña ya está definido y añadió que el nuevo acuerdo debería quedar cerrado "en unas dos semanas, no más". Para el número dos del Fondo Monetario Internacional, "el problema principal consiste en controlar la inflación". Pero según una declaración conjunta a la que dio lectura el ministro de Economía, el Gobierno de Cardoso se ha comprometido a que el índice de precios al consumo sea este año inferior al 10%. "Nuestro objetivo es conseguir cerrar el año con una inflación de una sola cifra", declaró Malan.

El ministro anunció también, en presencia de Fischer, que el Gobierno "intensificará los esfuerzos de privatización y de salida del sector público de los sectores energético y financiero necesarios para la modernización y la gestión más eficaz de estas áreas claves de la economía".