_
_
_
_
Reportaje:

Regreso a los orígenes

Recuperar un espacio decimonónico para la tertulia, el encuentro social y la cultura es el objetivo de los trabajos de remodelación que acaba de iniciar el Café Iruña de Pamplona, uno de los establecimientos más antiguos de la capital navarra, abierto en el año 1888, y que ha dicho adiós a la prosaica etapa en que fue convertido en un simple bingo. El pasado domingo, se cantaron la última línea y el último bingo del Iruña, una experiencia que ha durado un total de 22 años y que dará paso al restablecimiento de su espíritu original. La sociedad Iruña, propietaria del negocio y compuesta por varios cientos de accionistas, ha cerrado temporalmente el local para acometer una remodelación que no modificará la estructura del salón y que culminará dentro de varios meses con la conversión del bingo en lo que el Iruña fue durante tanto tiempo: un café-bar restaurante enclavado en el corazón de Pamplona y convertido en el punto de encuentro por antonomasia de casi todos los pamploneses. El Iruña seguirá siendo un espacio que huele a siglo XIX y en el que volverá a triunfar el café sin prisas y las tertulias calmas de sus parroquianos. Comida y conciertos Habrá tiempo y espacio para la gastronomía (su restaurante recupera el protagonismo), las exposiciones y los conciertos musicales y la decoración y la estructura del local, con una dimensión que supera los 500 metros cuadrados, volverá incluso al diseño original, bajo un proyecto arquitectónico elaborado por Guillermo de la Peña y el ingeniero Elías Senosiáin, con un presupuesto aproximado a los treinta millones de pesetas. El nuevo Café Iruña se parecerá más al que frecuentó el escritor Ernest Hemingway durante sus visitas sanfermineras, quien, acompañado por el torero Antonio Ordóñez y la actriz Ava Gadner, disfrutó de todos sus rincones. Las mismas columnas. Los mismos artesonados. Es más que un café-bar. Es parte del alma de la vieja ciudad. Siempre ha estado ahí. El Ayuntamiento de Pamplona no ha puesto pega alguna a esta reconversión a la antigua del local, aunque únicamente ha prohibido que se instalen en el recinto aparatos de música de alto volumen. La sociedad Iruña escrituró su negocio en 1888 en 125.000 pesetas y abrió sus puertas el 2 de julio de aquel año. Ahora, sus propietarios poseen otros muchos locales de hostelería en la capital navarra (existe incluso un Iruña-2 de moderna concepción en el barrio de Mendebaldea) y aportan su grano de arena a la transformación del casco antiguo de Pamplona, del que han salido ya los coches, perseguidos por una tardía política de peatonalización, y que recupera ahora su café más emblemático.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_