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Clinton propone nuevas conversaciones para liberalizar el comercio ante el nuevo siglo

Bill Clinton planeaba efectuar esta pasada madrugada un llamamiento a la celebración de una nueva ronda de conversaciones internacionales sobre liberalización del comercio. Éste, según informó The Wall Street Journal y confirmó la Casa Blanca, iba a ser uno de los puntos fuertes en materia internacional de su discurso ante el Congreso sobre el estado de la Unión, que debía comenzar ayer a las nueve de la noche hora local, tres de la madrugada hora peninsular española. Clinton hablará ante los congresistas que lo juzgan, mientras las encuestas siguen demostrando que sus conciudadanos lo apoyan.

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Clinton pensaba proponer que la nueva ronda sobre liberalización de comercio comience en Estados Unidos a finales de noviembre, coincidiendo con una cumbre de la Organización Mundial de Comercio.Estas conversaciones, según el presidente estadounidense, son necesarias para afrontar las actuales crisis financieras que sacuden diversas economías del planeta y garantizar una entrada colectiva en el siglo XXI marcada por la continuidad de la prosperidad. Clinton propone que esa ronda de conversaciones internacionales incluya temas como las tarifas industriales, la agricultura, los servicios, la propiedad intelectual, los derechos laborales y la protección del medio ambiente.

El discurso sobre el estado de la Unión debía comenzar pocas horas después de que la defensa del presidente ultimara su primera jornada de presentación de sus argumentos ante el Senado. No existe ningún precedente histórico de un presidente de EEUU que se haya dirigido personalmente al Congreso en el momento en que éste le está juzgando para su posible destitución.

Pero Clinton no quería perder la oportunidad de demostrarles a sus compatriotas que tiene un ambicioso programa para sus dos últimos años de mandato. Los sondeos difundidos ayer le daban alas. Según el de CNN-USA Today-Gallup, el 67% de los encuestados decía que planeaba ver la retransmisión en directo del discurso del presidente. Por el contrario, sólo el 48% se declaraba interesado por el seguimiento del juicio en el Senado. Cuando ya ha entrado en su segundo año, el caso Lewinsky aburre cada vez más a la mayoría de los estadounidenses. Y lo peor es que el líder demócrata en el Senado, Tom Daschle, considera "prácticamente inevitable" la comparecencia de testigos en el Capitolio, que prolongaría el juicio, como mínimo, hasta finales de febrero. Si los republicanos citan a Monica Lewinsky, Vernon Jordan y Betty Currie, los demócratas apoyarán entonces a la Casa Blanca para que también declaren el fiscal Kenneth Starr y la chivata Linda Tripp.

Es muy difícil que esa prolongación agónica del caso cambie la opinión de los estadounidenses, que llevan un año diciendo lo mismo: aplauden a Clinton como presidente y le rechazan como persona. Esa muestra de madurez y de coincidencia con los criterios europeos, que contradice el tópico atribuido a Estados Unidos de país puritano, fue reafirmada ayer por la encuesta de CNN-USA Today-Gallup. El 69% aprueba la labor política de Clinton y el 60% dice que jamás había vivido una situación económica tan buena. Al mismo tiempo, el 74% afirma que no consideran a Clinton honesto y digno de su confianza y el 79% le rechaza como líder moral de la nación.

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Clinton planeaba anoche poner en el asador toda la carne de sus dotes para la comunicación de masas al servicio de su idea de que, pese a su procesamiento y juicio, sigue velando por "los negocios del pueblo norteamericano". En ese marco iba a presentar su propuesta de negociaciones comerciales a escala planetaria, que probablemente será bien acogida por europeos y japoneses. Y también pensaba pedir una mayor transparencia en las actividades de la Organización Mundial de Comercio, el organismo con base en Ginebra que nació como resultado del anterior ciclo negociador, los ocho años de la llamada Ronda Uruguay.

Salvar la Seguridad Social

En materia doméstica, Clinton iba a reiterar su propuesta de que más de la mitad del superávit presupuestario que conoce EEUU desde el pasado año, y que puede prolongarse según las previsiones toda una década, se dedique a salvar la Seguridad Social, el sistema público de pensiones de jubilación, amenazado por el envejecimiento de la población estadounidense a comienzos del siglo XXI.Otra parte del superávit presupuestario se destinaría al más importante proyecto de modernización del Ejército norteamericano desde la Guerra de las Galaxias de Ronald Reagan. Clinton ya avanzó hace unos días su propósito de poner en marcha un programa de defensa antimisiles.

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