_
_
_
_
Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nosotros, los buenos

Teresa es el personaje que representa a la autora; también, naturalmente, al público. El público somos señoras y señores de una "cierta edad": había buena gente, honrada, trabajadora, ética: y éramos sobre todo nosotros. ¡No como ahora! Llenamos el teatro. Teresa es una gran actriz, Julia Gutiérrez Caba, que hace convincente, y puro, y nervioso y claro, este texto en el que exhibe su soledad y su tensión: fuera hay tormenta, y el teléfono está cortado, y la luz va y viene, y la soledad es atroz, y el último amor de su vida ha muerto.Llega de fuera su hija: no se han visto en dieciocho años. Si Teresa es el antes, Diana es el ahora. O sea, el desastre. La anécdota es que Teresa disparó contra su marido, pasó una temporada en una clínica psiquiátrica: el marido hizo una carrera política, es ahora candidato a la presidencia y necesita rehacerse una imagen de su familia: la hija es su emisaria. La política, se sabe ya, es la corrupción. La imagen, que representa la hija, es la prensa, la comunicación: otra corrupción. Cristina Higueras tiene este papel: mala suerte. En el teatro no basta con no tener razón: tiene que verse de una manera abultada, gruesa, porque nosotros, el público, necesitamos estar seguros y tomar partido por el bien.

Preferiría que no

de Antonia Brancati, traducción y adaptación de Manuel Collado Álvarez. Intérpretes: Julia Gutiérrez Caba y Cristina Higueras. Dirección: Gerardo Malla. Teatro Muñoz Seca.

La autora, el adaptador, la actriz que representa el bien y la ética, el director, se lanzan sobre el personaje malo. Ese mismo personaje tiene que acentuar sus características para que se advierta claramente su deshumanización. Cristina Higueras es buena actriz, y tiene que utilizar su arte contra ella misma: para conseguir que el papel sea antipático y que nosotros seamos los buenos. Los antiguos, los de siempre, los que tuvimos la ética y la moral, los que hemos visto perderlo todo por la llegada de los "tiempos modernos", frase que ya eligió Chaplin cuando nosotros -los espectadores, el personaje, la autora- éramos niños: y es que ya entonces las personas que habían vivido otra época eran las buenas y nosotros, los que llegábamos, habíamos perdido todo rasgo de honestidad: o estábamos en trance de perderlo.

Hay un teatro que es así, bien escrito, bien medido, con sus transiciones a punto, sus revelaciones contadas, y su final en el que el buen rasgo se acentúa, y hay una posibilidad de "toma de conciencia" por parte del personaje extraviado. Son normas del teatro comercial, y en ese aspecto es bastante mejor que lo que se da ahora. Y los tres personajes que se desenvuelven cuentan, de siempre, con mi admiración. Y el público les aplaude, satisfecho de haber visto reconocidos sus viejos valores.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_