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La policía británica investiga a cinco hospitales por la muerte de 50 ancianos

Los fallecimientos se produjeron tras la retirada de alimentos sólidos y sueros

Isabel Ferrer

La policía británica investiga la muerte de al menos 50 ancianos en centros hospitalarios públicos entre 1993 y 1997. Si se confirman las sospechas, a las víctimas se les aplicó una forma de supuesta eutanasia que los enfermos no habían solicitado ni los familiares consentido: se les retiraron los alimentos sólidos, los líquidos y los sueros. La investigación afecta a cinco centros, pero en uno de ellos, el Kingsway Hospital, de Derby, 40 pacientes geriátricos sufrieron una deshidratación de tal calibre que fallecieron a causa de infecciones ajenas al diagnóstico inicial.

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La voz de alarma fue dada por familiares de los muertos y varias de las enfermeras que les atendían. En el caso del Kingsway Hospital, la policía está a punto de concluir sus pesquisas y la Fiscalía General del Estado se prepara para recibir el correspondiente informe. Otras acusaciones similares han llegado ya a las autoridades sanitarias locales o bien al Consejo General de la Medicina. Aunque los términos empleados para describir la situación son, sobre todo, dos, "eutanasia involuntaria" o aplicada "a escondidas", el diario londinense The Times señalaba, en su edición de ayer, que los médicos pueden ser acusados de homicidio. Una negligencia con resultado de muerte sería entonces la figura jurídica empleada para la imputación. Teniendo en cuenta que la eutanasia es una práctica ilegal en el Reino Unido, los parientes de las víctimas aguardan en vilo las conclusiones de la policía.

Queenie Smith, cuyo esposo Ernest, de 92 años, falleció en el Kingsway, es una de las afectadas. Internado en el pabellón psiquiátrico del mismo a causa de una demencia senil, ella sólo guarda buenos recuerdos del lugar. Su marido estaba siempre bien afeitado y vestido cuando iba a verle. Sin embargo, las propias enfermeras del centro han acusado a sus superiores de retirar el agua y la comida a numerosos pacientes sin consultar siquiera a sus allegados. Confianza rota

Nancy Jowett, de 81 años, también perdió allí a su marido, Sidney, en febrero pasado. "Estoy hecha un mar de dudas. Depositas tu confianza en los médicos y luego todo parece venirse abajo", ha reconocido.

"Los pacientes llegaban en bastante buen estado. En cuanto se atragantaban, incluso si era de forma accidental y aislada, desaparecían los goteos y el alimento sólido", ha señalado por su parte al propio The Times uno de los empleados del Kingsway. Este empleado ha solicitado la investigación policial y permanece en el anonimato. Con un equipo total de 600 personas, el ala psicogeriátrica del hospital de Derby fue remozada en 1990. Ahora ha trascendido que la armonía era sólo externa.

Antes incluso de que la policía recibiera las denuncias, las autoridades sanitarias de la región llevaban cierto tiempo analizando los métodos del centro. Las diferencias de opinión entre médicos, jefas de enfermería y el resto de los cuidadores menos cualificados acabaron por estallar. Un grupo de estos últimos acudió a comisaría con una lista de 15 nombres del personal médico que supuestamente habría aplicado la mencionada eutanasia involuntaria.

Otro de los casos sospechosos estudiados por los fiscales se refiere a una anciana de 81 años fallecida en 1997 en Surrey, al sur de Inglaterra. Aquejada de una infección urinaria, pero en buen estado de salud, acabó desarrollando una septicemia (envenenamiento generalizado de la sangre). Cuando los fluidos intravenosos fueron suprimidos por los médicos, su hija se quejó. Después de mucho insistir fue llamado otro experto, que la llevó al servicio de urgencias para hidratarla de inmediato. Fue demasiado tarde. Para entonces los órganos vitales de su madre habían empezado a fallar. Falleció seis días después de ser suprimidos los primeros goteos. Otros pacientes mayores, vecinos de Londres, Eastburne y Stockport, situados al sur y norte del país, presentan historiales similares. En todos los casos fueron sedados y se les negaron los líquidos en cuanto su situación empeoró. Derrames cerebrales o úlceras gástricas sangrantes con abundante hemorragia y pérdida temporal de la consciencia fueron algunas de las causas del ingreso. En los últimos días de sus vidas no pudieron beber ni tampoco recibieron hidratación intravenosa alguna. Varios de los familiares han reconocido que lo solicitaron, pero sin éxito. Al suprimirse la administración de líquido, la muerte puede producirse en pocos días. Cuando el enfermo se encuentra en fase terminal, una forma de evitarle dolores consiste precisamente en mantener sus constantes vitales estables. La muerte por deshidratación es dolorosa, y, cuando el enfermo conserva algún grado de consciencia, puede sufrir los padecimientos de la sed.

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