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Ética de la alimentación

Isabel Ferrer

Estudiada ahora por la Asociación Médica Británica, la práctica de retirar los líquidos o el alimento sólido a los enfermos terminales plantea problemas de índole ética. Mientras algunos expertos sostienen que es una forma de "ayudar a la naturaleza en el proceso irreversible de la muerte", otros la tildan de eutanasia involuntaria. La geriatra Gillian Craig ha recordado al Colegio de Médicos que la comida y la bebida constituyen necesidades esenciales del ser humano y, por tanto, no deben suprimirse. "Lo malo es que sedar a un paciente y no hidratarlo equivale a veces a practicar la eutanasia misma", ha afirmado. La Asociación Médica, que prepara una guía al respecto, ha elaborado un documento consultivo en el que se pregunta si alimentos y líquidos deben ser negados a pacientes en coma vegetativo o que hayan sufrido un derrame cerebral. Para la doctora Craig, esto ocurre ya, y la asociación lo sabe. En su opinión, "un enfermo sedado no está muerto, pero sí muy tranquilo y no molesta". Tampoco le parece bien agrupar a pacientes terminales con otros que pueden no serlo. El personal podría estar predispuesto a no tratarles. La mayor ironía de esta situación ha sido subrayada por varios de los médicos que asesoran a la prensa británica. Y lo han hecho en forma de pregunta. ¿Por qué el médico a cargo de un paciente en coma debe pedir permiso para desconectar el respirador artificial, mientras para otros en fase terminal basta con una enfermera cualificada que decide si vale o no la pena suprimir la comida y la bebida?

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