Rusia se reencuentra con Vladímir Nabokov
Diversos actos conmemoran el centenario del nacimiento del escritor en San Petersburgo
La personalidad y la literatura del infatigable cazador de mariposas que fue Vladímir Nabokov volverá a resurgir este año en Rusia, cuando se cumplen 100 años de su nacimiento, el 23 de abril de 1899, en San Petersburgo. La casa natal del escritor será el punto de encuentro de los actos que conmemoran el nacimiento de un autor cuya obra estuvo desterrada en su tierra (siempre buscó paraísos que pudieran sustituir el de su infancia) hasta principios de los años ochenta. Hoy, recuperado por editoriales, universidades y programas escolares, Nabokov vuelve a ser un punto de referencia para la cultura rusa. El escritor ruso-americano tiene, sin embargo, un gran rival: el poeta Alexandr Pushkin en su bicentenario.
La Fundación Nabokov, con sede en su ciudad natal, celebrará un festival sobre la obra del escritor, dentro de unos actos de conmemoración que culminarán con una gran velada en uno de los principales teatros de la ciudad, probablemente en el de ópera y ballet Maríinski (ex Kírov). Además, está previsto un festival de cine dedicado al escritor y un seminario internacional bajo el título de Pushkin y Nabokov (gran traductor al inglés del famoso vate ruso). Los actos que durante este año se sucederán en San Petersburgo siguen a los celebrados el pasado septiembre en la Universidad de Cornell, el centro estadounidense donde enseñó el autor de Ada o el ardor y Lolita. La Universidad de Cornell, informa Juan Cavestany, celebró durante cuatro días el Festival del Centenario de Nabokov, que consistió en un ciclo de películas, exposiciones, debates y lecturas.
De esta manera, Cornell quería adelantarse a todas las celebraciones del centenario del escritor. Nabokov fue profesor en el departamento de ruso de esa universidad entre 1948 y 1959, tal vez su periodo más prolífico, y durante el cual no sólo se dedicó a coleccionar mariposas, sino que también escribió Lolita. Su hijo, Dmitri Nabokov, y el guionista Stephen Schiff acudieron entonces a la universidad norteamericana para un pase especial de la versión de Lolita de Adrian Lyne, antes de su accidentado estreno comercial en Estados Unidos. Paraíso perdido
Ahora, el turno le toca a la tierra natal del escritor. El Museo de Nabokov en San Petersburgo fue inaugurado el año pasado con la vista puesta en el centenario. Ubicado en la calle Bolshaya Morskaya, 47, en él se celebrarán dos exposiciones: una sobre la casa misma, y otra, sobre su vida y obra. Además, la Fundación organizará también en el mes de abril las Lecturas nabokovianas, una serie de conferencias y seminarios anuales que pretenden recuperar definitivamente al escritor a su tierra natal.
El autor Vladímir Nabokov (1899-1977) nació precisamente en esa casa, y durante 17 años vivió allí, hasta que él y su familia tuvieron que huir de la revolución bolchevique. Primero a Crimea, con el Ejército Blanco, donde su padre, Vladímir Dmítrievich Nabokov, uno de los fundadores del Partido Constitucional Democrático, fue ministro de Justicia del Gobierno en el exilio, y después, a Europa.
La tercera exposición del museo es sobre las haciendas de los Nabokov. Aunque siempre se ha hablado de la extraterritorialidad de Nabokov, el escritor plasmó en su autobiografía, Habla, memoria, el paraíso perdido de su infancia. Con el exilio cambió de lengua -escribió en ruso, alemán, francés e inglés, aunque fundamentalmente hizo 10 novelas en ruso y 8 en inglés- y no hizo otra cosa que inventarse una y otra vez nuevos e imposibles paraísos.
La familia Nabokov tenía tres fincas en los alrededores de San Petersburgo -Bátovo, Rozhdéstveno y Vira-, donde generalmente iban en verano. Están descritas en sus novelas autobiográficas Otras riberas (escrita en ruso) y Habla, memoria (en inglés).
La mansión de la primera hacienda se quemó en los años veinte; la última, durante la Segunda Guerra Mundial. La hermosa casa de Rozhdéstveno -que le fue regalada en 1915 a Vladímir por su tío, Vasili Rukavíshnikov, diplomático de gran fortuna, heredero de minas de oro siberianas, pero sin hijos- se había conservado hasta que en 1995 estalló un incendio.
Ahora, con grandes esfuerzos, se ha restaurado el edificio, pero no sus interiores. La Fundación planea crear allí un museo literario. También se está en negociaciones con el hijo de Nabokov para la restauración de la hacienda de la localidad rusa de Vira para convertirla en un centro cultural. Aunque el problema es conseguir financiación para estos proyectos.
Los rusos tuvieron que esperar la llegada de Mijaíl Gorbachov y la perestroika para poder leer en su idioma las obras de Nabokov: sus primeras publicaciones en la URSS datan de finales de los años ochenta, tres años después de la muerte del escritor (que escribió su primera novela, en ruso, en 1926, y la última, en inglés, en 1974) en Suiza, lugar en el que se refugió para morir y que se convirtió en un lugar de referencia en sus novelas.
En Rusia, la situación ha cambiado, y hoy no sólo es un novelista muy editado -en 1990 aparecieron sus Obras escogidas en cinco tomos, y ahora se están publicando sus Obras Completas-, sino que se estudia su dimensión y su inclasificable lugar dentro de la historia de la literatura, donde su brillante artificio ha logrado superar las barreras del tiempo y de las traducciones. Aunque no figura en el programa obligatorio, Nabokov también se encuentra entre los escritores más recomendados a los escolares rusos (la novela Invitación a la ejecución es de las más leída por ellos). Además, el último manual escolar de literatura (del año 1996) trae un gran artículo sobre su vida y obra.
Pushkin, prioritario
El centenario del nacimiento de Vladímir Nabokov se ha topado en Rusia con dos problemas. El primero es general a todas las esferas de la vida en este inmenso país: la profunda crisis financiera, que hace que el dinero falte incluso para las cosas más elementales; el segundo es que coincide con el bicentenario del nacimiento del gran poeta Alexandr Pushkin, que en la conciencia rusa es el escritor más grande que han tenido.
"Nuestra prioridad, indudablemente, es Pushkin", fue el comentario del centro de prensa del Ministerio de Cultura ruso a la pregunta de si se preparaba algún programa especial a nivel nacional para el centenario de Nabokov. Por el momento, en el calendario de enero y febrero no hay absolutamente nada. "Quizá más adelante", dijo el funcionario, que ni siquiera sabía en qué mes caía el aniversario de Nabokov.
Babelia
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