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Sin nación ni bandera

Nabokov es uno de los grandes escritores extraterritoriales del siglo. Steiner acuñó el concepto extraterritorialidad a propósito de él. El escritor extraterritorial abandona su lengua o, mejor dicho, se instala con ella en otra. Nabokov es extraterritorial, como Oscar Wilde, Samuel Beckett y Juan Larrea, entre otros, que escribieron en inglés y francés y en español y francés, respectivamente, pero es mucho más extraterritorial que ellos.Ruso blanco, fue novelista en ruso, en francés, en alemán y en inglés: un inglés que, sin dejar de ser inglés -angloamericano-, tiene algo o mucho de ruso. En estas condiciones, la labilidad del escritor en los usos lingüísticos acaba por ser extrema. Abandona la culpabilidad de la lengua materna para sumirse en idiomas despojados de culpa, que son en principio inocentes y hasta cierto punto admiten mayores desenvolturas. Nadie ha superado a Nabokov en esta condición extraterritorial. Pues, además de todo lo expuesto, tradujo del inglés y del francés al ruso, y del ruso al francés o al inglés, y del alemán al ruso. Espléndido narrador, magnífico memorialista, agudísimo crítico, impecable traductor, desterrado sin remedio, su perfil es de una extrema modernidad. De ella fue sujeto y fue víctima. A la barbarie de la modernidad le debió el destierro, pero esa barbarie lo hizo hombre de su tiempo, desarraigado, sin nación que soportar a las espaldas ni banderas que enarbolar. Nabokov fue extraterritorial a la fuerza, esto conviene subrayarlo; Beckett, Wilde y Larrea lo fueron voluntariamente. Él se adaptó a las circunstancias con su prodigiosa inteligencia, pero siempre deploró el abandono de su "libre, rica, infinitamente libre lengua rusa".

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Y además, Nabokov fue el autor de un mito: el de Lolita. No es justo definir a un escritor por una sola de sus obras, ni siquiera la mejor. Pero Lolita se ha convertido en el último mito erótico de nuestra cultura. La historia del amor como una pasión maldita. El primer esbozo de Lolita se escribió en ruso en 1939 y fue traducida por el hijo de Nabokov al inglés con el título de The enchanter (El hechicero). Lolita aparecería en 1955. Prohibida en Francia e Inglaterra, tardó tres años en publicarse en Estados Unidos.

Pero no tiene nada que ver con la pornografía. Es una novela impecablemente moral, aunque sin moraleja: la historia de Humbert Humbert, que marcha hacia su autodestrucción sin poderlo evitar. Por el cuerpo de Lolita daría, dio el alma. Por eso en la cárcel, donde penará y morirá condenado, inicia su confesión escrita con estas palabras inequívocas: "Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía". Pero la novela es también la historia de una sociedad estúpida y de una familia irrisoria.

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