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La ONU condena al Gobierno angoleño y a las fuerzas de UNITA

La reactivada guerra en Angola tiene dos frentes: el armado y el informativo. El derribo de dos aviones de Naciones Unidas, uno el 26 de diciembre y otro el 2 de enero, ha dejado al descubierto el segundo de los frentes. La ONU ha condenado a ambas partes por su actuación.El Gobierno angoleño ha acusado desde el primer momento a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) de los ataques y el Ejército asegura que hay 11 supervivientes del primer avión que permanecen retenidos por la guerrilla. Ayer, desde Suráfrica, Alcides Sakala, portavoz de Asuntos Exteriores de UNITA, culpó al Gobierno de los dos sucesos y calificó las acusaciones contra la guerrilla de "propaganda".

Ante tal cruce de informaciones no contrastadas, el coordinador de las Naciones Unidas para Asuntos de Seguridad, Benon Sevan, que ayer llegó a la capital angoleña, Luanda, optó por condenar a ambas partes. Claramente enojado, Sevan dijo que Gobierno y guerrilla están poniendo trabas a la investigación de los sucesos: "No es suficiente que digan que van a cooperar, necesitamos acciones y cooperación real ya".

Sevan va a pedir en las próximas horas a Jonas Savimbi, líder de UNITA, que decrete un alto el fuego durante 48 horas en el centro del país, donde su grupo mantiene sitiada la ciudad de Huambo y donde se produjeron los ataques a los aviones de la ONU.

Issa Diallo, jefe de la Misión de Observación de Naciones Unidas en Angola (MONUA), ha suspendido todos los vuelos previstos en la zona y ha cuestionado claramente el papel de los casi mil observadores de la ONU en Angola. De momento, los observadores han sido evacuados a Luanda para, en una segunda fase, ser desplegados "en lugares más seguros".

Ahora se plantea la posibilidad de enviar cascos azules para proteger los envíos humanitarios destinados a los más de 300.000 refugiados, víctimas de los enfrentamientos que se reiniciaron en marzo del año pasado.

Desaparecen padre e hijo

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Los ataques contra los aviones de la ONU han adquirido una nueva dimensión tras conocerse ayer que en el segundo aparato viajaba el hijo del piloto del primer avión derribado, el surafricano John Wilkinson. Hilton Wilkinson, de 25 años, se mantiene, al igual que el padre, en paradero desconocido.

La misión de Sevan es, precisamente, averiguar si hay supervivientes de los dos ataques. El Gobierno angoleño asegura que está dispuesto a cooperar y UNITA dice que está esperando la solicitud formal de la ONU. Esta crisis confirma el fin del acuerdo de paz firmado en Zambia en 1994 y que vigilaba la MONUA.Ayer mismo, la Radio Nacional angoleña informó que al menos 12 personas habían muerto en el bombardeo artillero por UNITA de la ciudad de Malanje.

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