Restaurante Arguiñano

Es un argumento que suena a recurso barato el decir, al enjuiciar esta casa, que su patrono Karlos Arguiñano no se encuentre al frente de sus fogones. Esto ya no constituye hoy día una buena razón para minusvalorar la tarea que aquí se realiza. Y es que desde hace bastante tiempo se encuentra en plenitud de mando a cargo de su cocina Patxi Trula y en los postres -como siempre- la también televisiva hermana de Karlos, Eva Arguiñano, que son precisamente a los que hay que enjuiciar sin la presión que acarrea el emblemático nombre . Y a decir verdad se nota en las últimas incursiones gastronómicas aquí realizadas con más frescura y ganas de agradar que nunca. Es bien cierto que en ningún momento se ha alardeado en esta casa de osadías ni de rupturismos chocantes . Por eso, destaca más en estos momentos la preocupación por adaptarse a la cambiante realidad. Como muestras de lo expuesto baste señalar algunos platos tales como la delicada crema de calabaza con faisán o las cigalas encamisadas en lechuga con su caldo. Mejor aun por su belleza y relativa complejidad la lasaña de bogavante con vinagreta de su coral y tomate deshidratado. No pasan de moda los incombustibles pimientos verdes rellenos de manitas de cordero, y los encantadores postres de Eva son rabiosamente clásicos pero de una ligereza y finura inigualable. Por otra parte el servicio en franca mejoría, con un sumiller de tan alto nivel como es el navarro Diego Sotelo.