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'Operación limpieza' en Gaza

Gaza fue sometida, en vísperas de la llegada del presidente norteamericano, a una drástica operación limpieza. Las autoridades locales mandaron barrer todas sus calles y encarcelaron al mismo tiempo a un buen número de militantes islamistas radicales. El resultado de esta maniobra fue una ciudad limpia y tranquila, que nada tenía que ver con la vida cotidiana de Gaza, donde las basuras, la suciedad, la desesperanza y la pobreza de cerca de un millón de habitantes se mezclan permanentemente con los mensajes de redención y rebelión de los grupos integristas.La operación limpieza se había iniciado por la noche, cuando los servicios de seguridad se desplazaron a los campos de refugiados en busca de los militantes más activos, e incluyó un bando con el que se ordenó a la población permanecer en sus casas, clausurar las puertas de los comercios y no utilizar los vehículos particulares durante las horas en que Clinton iba a permanecer en la ciudad. Esa misma noche, otras brigadas municipales empezaron a colgar de los cables y de los postes eléctricos millares de banderas y pancartas en los que se alababa la amistad palestino-norteamericana, se ensalzaba al presidente Yasir Arafat, se condenaba la política de asentamientos judíos o se recordaba a la población: "Nosotros tenemos también un sueño".

Preludio de tormenta

"Es el silencio que preludia una tormenta", aseguraba ayer el doctor Raji Sourani, responsable del Centro Palestino por los Derechos Humanos, una de las plataformas más combativas de la sociedad de Gaza. Desde su despacho se podían contemplar las avenidas vacías del barrio de Rimal, uno de los más lujosos de la ciudad, donde rivaliza el mal gusto de los nuevos hoteles con el de las viviendas de los dirigentes de la OLP, los edificios oficiales o la residencia de Arafat. El doctor Sourani, premio de los derechos humanos de Francia vaticinaba que la visita de Clinton a la región no serviría para cambiar mucho más las cosas.Los análisis pesimistas de este observador no diferían mucho de los del doctor Hader Abd al Shafer, uno de los primeros negociadores del proceso de paz, convertido ahora en crítico permanente de Arafat, para quien lo más importante, es "saber hacia dónde va el Gobierno [palestino]".

Al Shafer es director del ambulatorio principal de la Media Luna Roja, en cuyas puertas se concentraban ayer medio centenar de mujeres, esposas y madres de detenidos políticos, que desde hace una semana se encuentran en huelga de hambre para reclamar la libertad de sus maridos e hijos. Gaza, sometida a estado de sitio, vivió ayer en vano con la esperanza de ver, aunque fuera por un momento fugaz, a Bill Clinton. Pero casi nadie lo logró.

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