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Una pareja no tan extraña

Andrés Ortega

Londres y Madrid viven en una nueva cercanía. ¿Qué la ha hecho posible? La llegada de Blair al poder en su país y, antes, la de Aznar en España. Blair supone un cambio sustancial, pues es más proeuropeo, aunque siempre británico, que sus inmediatos predecesores, ya sea Thatcher o Major. Aznar, por su parte, es menos europeísta -en un sentido federalizante, que nunca federalista- que su predecesor socialista, Felipe González; es más pro Washington que lo fuera éste (que no fue antiamericano, pero sí mantuvo una posición más crítica frente a EEUU), y más liberal en un puro sentido general económico. Todo esto le acerca más al sentir británico que representa Blair. Además, muchos coinciden en que les acerca la pertenencia a una misma generación, y que incluso comparten una cierta religiosidad. En este esquema, con parecidas coordenadas, entra también el socialista portugués Guterres. ¿Un frente atlántico en la UE?Puede parecer paradójico que, como acaba de ocurrir, un representante de la derecha española como Aznar y un laborista británico como Blair puedan haber coincidido hasta el punto de presentar al Consejo Europeo que se ha celebrado en Viena un documento conjunto sobre política de empleo. Pues parten de situaciones de desempleo distantes -más de 18% en España, cerca del 6% en el Reino Unido-, mercados y sociedades. España pierde dentro de pocos días la soberanía monetaria al integrarse en el euro, mientras que Blair, de momento, sigue conservándola con el margen de maniobra añadido que comporta. Pero ambos parecen coincidir en su intento de frenar el avance del capitalismo social renano o del modelo de políticas activas de empleo que trata de impulsar Jospin en Francia o D"Alema en Italia. Y en algunas materias sociales, España y el Reino Unido han hecho piña desde hace años en la UE. La una, para combatir la idea alemana de un dumping social por los Estados menos ricos; la otra, para preservar un mercado de baja protección. Algo similar ocurre con la armonización de impuestos en la UE.

Este acercamiento Londres-Madrid no se produce sólo entre Gobiernos, sino también entre sociedades. Algunos grupos de comunicación británicos están hoy mucho más presentes, como accionistas, en algunos medios españoles. Por su parte, y de manera activa e inteligente, la Embajada británica en Madrid está intentando propiciar un acercamiento a través de contactos de diversos sectores de la sociedad española con los centros británicos que nutren las ideas de Blair. Estas relaciones no se limitan al PP, sino que se amplían también al PSOE. Por ejemplo, González era casi un desconocido para el entorno de Blair. Su intercambio de ideas con el sociólogo Anthony Giddens en Madrid, su presencia mañana en la London School of Economics y una entrevista con Blair pueden servir para deshacer malentendidos.

Ahora bien, la tercera vía también tiene su geopolítica: a Blair, o, mejor dicho, al Reino Unido como Estado, le viene bien, hoy por hoy, que Aznar gobierne en España, por las afinidades antes mencionadas. Y es evidente que, para Aznar, su relación con Blair le sirve para el viaje al centro del PP. Bien está que Madrid y Londres se entiendan, aunque en materia gibraltareña tal acercamiento no haya producido ningún resultado. En esta Europa esta relación es útil, siempre que no tome el lugar del engarce -escaso estos días- de España en el eje central franco-alemán. Menos aún cuando el europeísmo de Blair no da, de momento, resultados. El clamor mediático que surgió en el Reino Unido a propósito de la lejana idea -como ha quedado claro en Viena- de una armonización fiscal en la UE, indica que los británicos, al menos muchos de sus medios, no han madurado aún su integración en Europa y que a Blair no le va a resultar fácil convencerles para entrar en el euro.

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