Medio Ambiente rechaza el proyecto de los 'diques de Venecia
La faraónica obra pretendía frenar las mareas
"Si viene la gran marea será el final de Venecia". Muchos venecianos comparten este juicio, que expresaba ayer a un diario romano Luigi Zanda, ex director de Venezia Nuova, un consorcio creado para velar por el futuro de la ciudad flotante. El pesimismo de Zanda nace de la noticia aparecida en varios medios de comunicación italianos que anuncian que el Ministerio de Medio Ambiente ha decidido rechazar el proyecto Mose, que pretendía construir 79 diques alrededor de Venecia para evitar el efecto de las mareas.
El proyecto Mose, una obra faraónica para proteger Venecia de las llamadas aguas altas, pretendía construir 79 diques móviles capaces de aislar la laguna y así frenar las mareas del Adriático. Aunque el dictamen de la Comisión de Valoración del Impacto Ambiental (VIA), que incluye la firma de la ministra de Cultura, Giovanna Melandri, se espera para el próximo miércoles, la polémica se ha desencadenado ante la filtración a varios medios de comunicación de que el proyecto se ha rechazado ya por el Ministerio de Medio Ambiente.De un lado están los defensores del Mose (el acrónimo corresponde a módulo de soporte electromecánico), avalados por un grupo de expertos internacionales y con el apoyo de 50 empresas de la ciudad. Del otro, los detractores, Los Verdes y un amplio sector del Ayuntamiento de la ciudad, con su alcalde, el filósofo Massimo Cacciari, a la cabeza.
Los partidarios del plan Mose, que representaría un coste de unos 350.000 millones de pesetas, requeriría 10.000 obreros y no estaría listo hasta el año 2008 (caso de comenzarse la obra en el 2000), echan mano de las estadísticas para defender una obra pública de proporciones colosales como ésta. Sin mencionar la gran marea, aquella que el 4 de noviembre de 1966 elevó dos metros las aguas del mar Adriático, sumergiendo a Venecia y cobrándose un centenar de vidas, los expertos recuerdan que en los últimos 10 años el nivel de las aguas del mar ha subido hasta 80 centímetros un total de 787 veces. La última inundación notable se produjo el mes pasado. Exactamente el 4 de noviembre, las aguas altas llegaron a los 112 centímetros sobre el nivel normal, y así permanecieron por espacio de una hora. Los efectos negativos de las aguas altas son perfectamente cuantificables y hay quien responsabiliza al fenómeno del declive de Venecia como ciudad y su lenta transformación en un museo sin vida, un escenario tan fastuoso como hueco. En 1966, el centro de la ciudad tenía 121.000 habitantes; hoy apenas quedan 67.000, un 25% de las cuales tiene más de 65 años de edad. Y hay también argumentos de estricto valor económico. Las "aguas altas" son responsables de la pérdida de 260.000 horas de trabajo al año, con un coste estimado de unos mil millones de pesetas.
Los Verdes, sin embargo, son partidarios de intervenciones menores para afrontar los problemas: la limpieza del fondo de los ríos y el arreglo de los muelles exteriores. Temen que los diques (de cinco metros de espesor, 20 de anchura y 30 de altura cada uno) acaben por matar la laguna, convirtiéndola en un estanque cerrado. Armando Danella, director del departamento de leyes especiales de Venecia, consideraba en unas declaraciones efectuadas hace un mes a un diario norteamericano que los problemas de las inundaciones no son tan graves como la prensa los pinta. "Frente al exceso de turismo, la lentitud del transporte público y los precios de las viviendas, las inundaciones son el mal menor". En cuanto a los venecianos, muchos se han ido acostumbrando a la idea de que su ciudad es indestructible, de que su esplendor decadente y un poco putrefacto se basa en ese extraño equilibrio de fuerzas en el que algunas veces triunfa el mar.
Babelia
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