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D´Alema subraya que el recorte del gasto de la UE contradice el "giro económico"

Xavier Vidal-Folch

Reducir el gasto presupuestario de la Unión Europea (UE) es contradictorio con propugnar un rumbo de la política económica común que ponga el acento en el crecimiento y el empleo. El jefe del Gobierno italiano, Massimo D´Alema, denunció así ayer el doble lenguaje empleado por algunos de sus correligionarios del ámbito socialista -precisamente los de los países más ricos de la UE-, que se llenan la boca de clamores para poder aumentar la inversión y lo primero a lo que se aprestan es a reducir las inversiones previstas.

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Massimo D´Alema concretó su expectativa de que el "giro" a favor del empleo -sin abandonar el rigor presupuestario- se plasme en un nuevo impulso a las redes transeuropeas de transporte y energía (las diseñadas en el Libro Blanco del francés Jacques Delors durante su mandato al frente de la Comisión Europea), el apoyo activo a las pequeñas y medianas empresas y a nuevos programas de investigación y desarrollo, para todo lo cual "se necesita financiación", recordó."Todo eso exigirá una política presupuestaria [se refería al presupuesto de la UE] que no sacrifique el gasto". Era la primera y contundente reacción a la hipocresía demostrada en el Ecofin (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas) del lunes por una mayoría de países más ricos, que se conjuraron para reducir el gasto presupuestario en el período 2000-2006, bajo la máscara de "estabilizarlo", mientras lanzaban brindis al sol de una nueva política económica centrada en estimular la demanda y fomentar el empleo.

Adviento arduo

"Es una contradicción", declaró en Bruselas el primer ministro italiano, "y tendremos que discutir de ello", prometió. Italia es el único entre los grandes países de los Quince que apoya a España y a los menos prósperos contra el recorte de gastos.El adviento del "giro" que propugna la ahora abultada mayoría de Gobiernos socialistas se promete arduo. En el Ecofin del lunes, y tras la discusión dominical previa de sus miembros socialistas, el británico Gordon Brown se opuso con denuedo a la pretensión de su homólogo alemán, Oskar Lafontaine, de avanzar más deprisa en la armonización fiscal entre los Once.

Lafontaine, basándose en un documento de trabajo discutido el domingo, insistió en establecer un "tipo mínimo para el impuesto de sociedades", así como en el propósito de eliminar los paraísos fiscales (entre ellos, algunos británicos). Brown llegó a advertir de que usaría el veto si este propósito toma cuerpo, alegando que los impuestos son competencia nacional.

Otra idea polémica es la pretensión del comisario de Mercado Interior, Mario Monti, apoyado por el Gobierno italiano, de reinterpretar algunos aspectos del Pacto de Estabilidad del euro. Se trata de que las inversiones no se cuenten a efectos de la contabilización del déficit. Pero eso es muy fuerte y podría mermar la credibilidad del euro. Por ello, el ex ministro español Pedro Solbes sugirió una alternativa intermedia, a saber, que "algunos elementos" de las inversiones o ciertas inversiones puedan imputarse a distintos ejercicios. Pero una y otra se refieren a estímulos nacionales a la inversión.

La otra vía es la comunitaria, para lo cual sigue en estudio la posibilidad de un euroempréstito o la de acudir al Banco Europeo de Inversiones como fórmulas para financiar nuevas infraestructuras y proyectos comunes.

Del debate, al acuerdo. El Ecofin alumbró un consenso, a propuesta del vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda español, Rodrigo Rato, según el cual "el aligeramiento de la deuda es un elemento fundamental para cualquier programa de reconstrucción" en la Centroamérica batida por el último huracán. Los Quince acordaron presionar al Club de París para que considere una "apropiada reducción" de la deuda. No es la condonación que pretendía la Comisión, puede aproximarse.

Guerrilla presupuestaria

El Consejo de Presupuestos fue ayer escenario de una nueva guerrilla en la financiación de la Unión, protagonizada esta vez por el Parlamento y los ministros. El diálogo entre ambas instituciones sobre el presupuesto para el año próximo acabó en desacuerdo.El Parlamento defendió su "enmienda estratégica" por la que aumentaría el presupuesto en 3.750 millones de ecus (630.000 millones de pesetas), agotando los techos máximos pactados en Edimburgo (Reino Unido) en 1992, lo que horroriza a los ahorradores ministros. Es sólo una palanca para obtener más "flexibilidad" o poderes mediante los que los parlamentarios podrían completar partidas agotadas o mover dotaciones, aunque con límites estrictos. El Consejo no la aprobó, y habrá que negociar hasta el 8 de diciembre.

Pero sí aprobó otra enmienda por la que se eliminan 500 millones de ecus (unos 84.000 millones de pesetas) de los fondos estructurales, pese a que España y Grecia -pero no Portugal, que se pasó al campo contrario- se batieron el cobre.

No es un asunto económicamente grave, porque habrá un presupuesto rectificativo que aumentará esa rúbrica en casi el doble, 950 millones de ecus. A lo que España se oponía era a sentar un precedente que vulnera los acuerdos de intangibilidad para la política estructural acordados en la famosa cumbre de Edimburgo.

[Los responsables de Presupuestos de la UE aprobaron ayer en segunda lectura un proyecto para 1999 que recorta 500 millones de ecus (83.500 millones de pesetas) de los fondos estructurales, destinados a las regiones más pobres. España votó en contra del proyecto, que el próximo día 8 debe pasar a la Comisión].

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