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La mortalidad tras el infarto se reduce a la mitad combinando glucosa, insulina y potasio

El tratamiento fue desechado en los años sesenta y ahora ha demostrado su eficacia

Milagros Pérez Oliva

Un tratamiento que se probó en los años sesenta y luego se abandonó ha demostrado ahora que puede reducir casi a la mitad la mortalidad tras un infarto de miocardio. Se trata de la administración conjunta de glucosa, insulina y potasio en las horas inmediatamente posteriores al ataque cardiaco y por vía endovenosa. El tratamiento se había desechado por presentar resultados contradictorios, pero ahora, un estudio realizado en 407 pacientes que publica hoy la revista Circulation revela que puede ser un importante avance en el tratamiento del infarto.

El tratamiento ha sido experimentado en 407 pacientes de seis países latinoamericanos y el resultado ha sido espectacular, según sostiene en la revista Circulation, de la Asociación Americana del Corazón, Carl S. Apstein, director del Laboratorio de Investigación del Músculo Cardiaco de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston. La investigación ha sido coordinada por Rafael Díaz, del Instituto Cardiovascular de Rosario (Argentina).El profesor Antonio Bayés de Luna, director del Instituto de Cardiología del hospital de Sant Pau (Barcelona) valoró ayer este estudio como un importante avance: "Esta combinación, conocida como solución polarizante, fue propuesta por Sodi-Pallades en 1962 y se utilizó durante un tiempo, pero luego se desechó porque se dieron resultados contradictorios. Desde hace unos años se viene trabajando en recuperar este tipo de tratamiento metabólico, que actúa sobre las células del músculo cardiaco dañado por el infarto", explica.

El estudio al que se refiere Circulation es el prolegómeno de otro más extenso sobre un total de 10.000 pacientes que concluirá el año 2001. El fármaco fue administrado a los 407 pacientes del ensayo por vía endovenosa en las 24 horas siguientes al ataque cardíaco. Los pacientes sometidos al estudio habían sido tratados con fármacos para disolver los coágulos o se les había introducido un catéter en sus arterias para dilatarlas y restituir la circulación de los conductos obstruidos, los dos tratamientos considerados de elección tras un infarto. En el grupo de pacientes a los que además del tratamiento convencional se les administró la combinación de glucosa, insulina y potasio, la tasa de mortalidad fue del 6,7%, frente al 11,5% registrada en el grupo de los que no fueron tratados con estos fármacos.

En el grupo de 252 personas que fueron sometidas a una angioplastia para dilatar los vasos sanguíneos, la tasa de mortalidad fue de un 5,2% en el grupo que además había sido tratado con glucosa, insulina y potasio, frente a un 15,2% registrado entre quienes no lo fueron.

"La disminución en la tasa de mortalidad es radical: la mayor reducción de todas las intervenciones que se han probado", afirma el profesor Apstein. "El mecanismo de eficacia también es completamente diferente, ya que altera el metabolismo y la bioquímica del músculo cardiaco para proteger la región del corazón privada de oxígeno debido a un ataque cardiaco", añade. El tratamiento no mostró efectos adversos.

Rafael Díaz afirma: "La dimensión de la muestra es muy reducida y quizá los descubrimientos estén influidos por la casualidad. Por eso, en lugar de buscar la magnitud de la mejora, deberíamos buscar la dirección de la mejora. Y la dirección es fuertemente positiva".

Díaz estima que, si sus hipótesis se confirman, el tratamiento sistemático con esta combinación de fármacos puede reducir la mortalidad global por infarto o por cardiopatía isquémica en un 25%.

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