Clasa licita obras en el aeropuerto de Barcelona por 2.400 millones
Clasa, empresa a la que se ha encomendado gestionar la carga en el aeropuerto de Barcelona, ha dado los primeros pasos para que el encargo sea una realidad. La semana pasada empezaron las obras para construir las nuevas instalaciones del servicio. Las obras fueron adjudicadas hace unas semanas. Paralelamente, Clasa ha nombrado una delegada en Barcelona, Montserrat Mestres, y ha empezado a promover la ocupación de las oficinas y almacenes del nuevo complejo.
La actuación de la empresa coincide con una situación de creciente malestar entre los transitarios y transportistas por la situación de las instalaciones actuales, cuya insuficiencia está provocando desvíos de mercancías a otros aeropuertos. Las quejas parecen tener fundamento. La dirección de El Prat cerró el acceso a mercancías desde las terminales de pasajeros. Así sigue. "Se diría que la dirección cree que son dos aeropuertos", dice un segundo operador, "y que ignora que cada día tenemos que hacer gestiones en ambas partes". El trayecto tiene que hacerse saliendo a la C-246 y recorriendo casi tres kilómetros. Esta separación tiene una segunda consecuencia, poco conocida por el público usuario de los servicios de aviación, explican dos empleados de una empresa de fletes. En la mayoría de los aeropuertos, un pasajero con exceso de equipaje puede optar entre facturar la maleta como tal y pagar el importe, muy alto, que se le pida, o bien tramitar los bultos que superen el límite como carga, lo que tiene un coste muy inferior. En El Prat esto es imposible porque en la terminal de pasajeros no se ofrece este servicio. El viajero que lo desee tiene que ir a la zona de mercancías, sin acceso directo, salvo a pie y por una zona en obras. El colapso en el que vive el área de mercancías es tal que hay empresas que han decidido instalarse fuera. Es el caso de Chapman Freeborn, uno de cuyos responsables explicó que se fueron a la Zona de Actividades Logísticas porque en su anterior instalación los camiones se demoraban hasta seis horas para cargar la mercancía. El despacho de aduanas es una de las quejas más serias de los afectados. El servicio tiene un horario continuado, de ocho a tres de la tarde, pero dado que cada expedición requiere la intervención de varios funcionarios, es difícil conseguir la tramitación de los documentos de exportación de mercancías que lleguen sobre las 14.30 horas. Por la tarde hay un servicio de guardia, pero es insuficiente y, sobre todo, el cierre de mediodía hace que se pierdan no pocos aviones. En El Prat, perder un avión de largo recorrido es un asunto grave porque en no pocas ocasiones significa tener que esperar una semana hasta el siguiente. Éste es uno de los aspectos que hacen que algunos empresarios opten por enviar las mercancías a París, Luxemburgo o Francfort por carretera y allí embarcarlas hacia América Latina o Japón. "Y no resulta más caro", asegura un dirigente del sector. Otro de los problemas de los exportadores catalanes es el que se les plantea con los productos que necesitan certificados sanitarios o veterinarios. Las competencias en estas materias dependen de la Generalitat, y son sus inspectores los que confeccionan los certificados adecuados. Pero estos papeles no valen nada en otros países porque los acuerdos internacionales exigen que sea la Administración central la que certifique la bondad de las condiciones sanitarias o veterinarias. La consecuencia es que todos estos productos tienen que esperar a que los certificados sean hechos de nuevo por el Gobierno central. Juan Lema, director general de Clasa, empresa cien por cien de AENA que gestionará la carga en El Prat, asegura que, en el futuro "Barcelona no perderá un kilo de carga por deficiencias en sus instalaciones". Lema insiste en que las críticas a AENA por falta de atención a El Prat son injustas y que se producen cuando el organismo dependiente de Fomento ha empezado trabajar a favor del transporte de mercancías. En su opinión, el hecho de que se hayan transportado menos toneladas en lo que va de año que en el mismo periodo de 1997 no tiene que ver sólo con las instalaciones, "que hay que mejorar", sino con la recesión de los mercados asiáticos.
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