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Ibertoro nace con la idea de convertirse en un foro de discusión

La pérdida de casta centra el primer debate

"Si la casta es agua, se puede decir que los depósitos están secos". Con esta imagen, Manuel Molés, director de Ibertoro, cerraba ayer el primer debate de los que acogerá la feria taurina madrileña. Así, se daba por inaugurado el I Salón Internacional del Toro Bravo, que intenta convertirse "en un foro de debate unificado".

A las diez en punto de la mañana los alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid ofrecen los primeros alardes sobre un ruedo dispuesto para la ocasión. Poco después, toreo cómico, una lección magistral a cargo del matador Luis Miguel Encabo, una exhibición de rejoneo firmada por Joao Moura... Y así, de forma ininterrumpida, durante los tres días que durará una feria que recoge en sus 100 expositores comerciales y el museo taurino repartidos por cerca de 10.000 metros cuadrados, todo lo que rodea al llamado planeta de los toros. Mari Paz Vega, Canales Rivera, Uceda Leal, Dávila Miura o Antonio Domecq son otros de los nombres que desfilarán por el parque ferial Juan Carlos I."La idea es conseguir que esto sea una fiesta y que se lo pasen bien muchos, a la vez que se lucen pocos. Ningún organismo oficial u oficioso goza de una lugar de privilegio", afirma el director para intentar una sucinta definición de Ibertoro. De esta forma, Molés marca diferencias con la feria de similares contenidos que se llevó a cabo este mismo año en Sevilla durante el mes de abril. En aquella ocasión, gran parte del presupuesto venía de la Junta de Andalucía y los ganaderos de la zona contaban con una más que notable representación.

"Se trata de la primera convocatoria y se han elegido a propósito unas fechas lejos de la temporada. Ahora es el momento en que los aficionados notan que les falta algo". El bullicio con que se asiste a una exhibición sobre la tienta de vacas o la condensación de gente alrededor del vestido de luces que calzó Manolete el fatídico 28 de agosto de 1947 dan la razón a las palabras de Molés.

Mientras, en la zona reservada para los debates, tres veterinarios -Federico Moreno, Pedro Gómez Ballesteros y Francisco Javier Jiménez- apuntan razones para entender la sinrazón: ¿Por qué se caen los toros? Los tres coinciden en señalar a la relación, cada vez más estrecha, entre matadores y ganaderos como principal razón. "El problema es que hoy en día la selección en los tentaderos la están haciendo los toreros", señala Jiménez. "Se elige el ganado que demuestra cualquier cosa menos casta. La movilidad, la raza, no son comerciales", continúa. Moreno, en el mismo sentido, resume la cuestión en una frase con alma de aporía: "El cliente del ganadero es el torero, no el público".

Acto seguido, el tema del afeitado pone a prueba la memoria de Gómez Ballesteros: "Sólo en Las Ventas (de las plazas de tercera categoría, que son la mayoría, para qué hablar), la temporada pasada se rechazaron el 27,3 % de los astados. El 80% fue por sospecha de afeitado". Y de este tema a otro aún más espinoso: el dopping de los bureles. Moreno es el primero en reconocer el hecho, madre de todas las polémicas. Su intervención viene avalada por la experiencia: "En los análisis que se han llevado a cabo se han descubierto tres sustancias. Lo más común es el uso de purgantes para mermar las fuerzas. También se ha detectado clembuterol, para aumentar el trapío, y distintas sustancias anestésicas. En este último caso, bien es cierto, se utiliza para evitar el estrés de los traslados".

Las últimas palabras son de un ausente. Antonio Chenel Antoñete, que estará hoy en Ibertoro, fue la referencia de Molés en la última intervención del primero de los debates: "Antes, o ganaba el toro o lo hacía el torero. Cada feria se contaba por triunfos, broncas o salidas por la puerta de la enfermería. Ahora, como dice el maestro [por Antoñete] hay mucho empate a cero".

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