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Afortunado Clinton

Sí, lo hizo otra vez. Se le puede humillar, lastrar con procesos judiciales, mostrar como mentiroso y mujeriego u obligar a pedir disculpas en público, y de nuevo volverá riendo. (. . .) El mensaje inequívoco de estas elecciones es que los republicanos no han obtenido el respaldo que esperaban para seguir adelante con el proceso de destitución del presidente. (...) Desde la publicación del informe Starr, las posibilidades de una reacción a favor de Clinton sólo habían hecho que crecer. (...) La gente (...) no cree que se deba echar a un presidente ni por adulterio, ni por mentir sobre una cuestión de sexo, ya sea en público o en un juicio civil. Y los ciudadanos han considerado que la prensa, institución rara vez resplandeciente de virtud, fue profundamente hipócrita al sugerir lo contrario. A los ciudadanos no les gustó la forma en que se lanzó el informe Starr, sin siquiera darle tiempo para examinarlo. Reprobaron la difusión del vídeo con la declaración de Clinton ante el gran jurado, la publicación de las estrafalarias conversaciones entre Linda Tripp y Mónica Lewinsky y el voto sesgado a favor de una investigación para destituirlo. Los periódicos parecían informar de soslayo sobre sus impresionantes éxitos políticos, y sólo parecían interesados en más sexo. (. . .) Mientras los parlanchines de Washington estaban decididos a acabar con este hombre, un buen número de votantes demócratas de todo el país —al parecer, y sobre todo, mujeres, latinos y negros, grupos muy sensibles al juego sucio— decidieron salvarlo. (...) Londres, 7 de noviembre

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