La reina Sofía en su escuela
El viernes pasado, en la Sala Sinfónica del Auditorio, la reina doña Sofía y la infanta doña Margarita, presidieron la inauguración de curso de la Escuela Superior de Música que fundó y dirige Paloma O"Shea. En la escena, con la orquesta de cámara, un invitado especial: el director Lorin Maazel.Con todo y tratarse de una actuación inaugural y escolar, el concierto alcanzó niveles de gran calidad. Ya es espectacular observar la entrega de los jóvenes músicos -muchos ya maestros- para captar la menor indicación de Maazel que, a veces, es una simple mirada. Así pudimos escuchar una preciosa interpretación de la Sinfonía en sol menor, de Mozart, uno de los milagros terminales del gran salzburgués. Sonó fluida y elegante.
Como excelente violinista, Maazel colaboró con el bilbaíno Aitzol Iturriagagoitia en el Concierto en re menor, de Bach, entendido desde criterios equidistantes entre el expresivismo del doctor Schweizer y el historicismo de los especialistas actuales. Con la violonchelista alemana Carolina Singer -"una nueva Dupré", comentó doña Sofía- Maazel tocó el Passacaglia de la suite número 7 de Haendel. La pianista de San Petersburgo, Alexandra Troussova, protagonizó el concierto para piano número 19, en fa mayor, de Mozart con una belleza sonora, una dosificación expresiva y una tersa ejecución con las que se identificó la orquesta guiada por su excepcional invitado. Un éxito completo.
Por la noche, la Unión Fenosa y el Ayuntamiento madrileño, presentaron su III Concierto de la Almudena, con la Sinfónica de Madrid dirigida por Antoni Ros Marbá. Además se estrenó la obra premiada en el Concurso de la Fundación Fenosa, 1998, original de otro madrileño: Enrique Blanco Rodríguez. A juzgar por su estilo, sus procedimientos y su pensamiento sonoro, Blanco abre sus pentagramas a Olivier Messiaen, con lo que sus Escenas e historias de Madrid, ejemplifican una nueva mirada frente a nuestra ciudad. Casi estreno, pues se oía por vez primera en su versión orquestal, fue la obertura Música para el Retiro, de Manuel Gracia Fuentes, un todoterreno en la música que ya octogenario se produce con el frescor de sus verdes años. Sus pentagramas sin dejar de ser claramente castizos evitan la rutina desde su casi atematismo, viva pulsación y esplendorosa instrumentación.
En la segunda parte cantó la diva madrileña Teresa Berganza. Disfratamos de su magistral línea en el aria de Tancredo, de Rossini, españolismo sin tópico en la habanera de Carmen y gracia espontánea en los pasacalles de La chulapona y de El último romántico. Así como en diversos aires de Chueca.
Babelia
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