Sembrando el futuro
Para los propietarios de las 1.720 fincas que en Andalucía aplican técnicas de agricultura ecológica, este año ha sido de luces y sombras. Por un lado se ha mantenido la tasa de crecimiento para este tipo de cultivos, se han logrado acuerdos de comercialización en mercados tan exigentes como el suizo y el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE) ha obtenido el Premio Andalucía de Medio Ambiente en la categoría de Protección Ambiental, lo que equivale a reconocer que este sector, marginal hasta hace pocos años, se ha convertido en una alternativa rentable que, además, contribuye a la conservación de los recursos naturales y evita los problemas de contaminación y erosión asociados a otras fórmulas de producción agrícola más agresivas. Pero, por otro lado, la catástrofe de Aznalcóllar ha afectado a la imagen de algunos productores situados en la comarca de Doñana y, en general, a la totalidad del sector, sobre todo en los mercados extranjeros. A pesar de todo, la agricultura ecológica goza de una excelente salud en Andalucía. De las 2.200 hectáreas que en 1992 se dedicaban a este tipo de cultivos se ha pasado, en octubre de este año, a más de 46.000, lo que supone un incremento del 2.085 %. En el mismo periodo de tiempo, el número de fincas asociadas al CAAE se ha incrementado de 193 a 1.720, y las industrias dedicadas a procesar los vegetales obtenidos siguiendo estas fórmulas limpias han crecido de 18 a 51. Si en 1995 el sector facturaba unos 1.500 millones de pesetas, hoy roza los 8.000 millones. Sin restarle importancia a estos números, Francisco Casero, presidente del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, destaca "el nacimiento de un nuevo tipo de empresario agrícola como el elemento más valioso de esta evolución". Las personas que se han decidido a practicar esta forma de agricultura, añade, "no sólo deben preocuparse de la producción, sino que, además, se interesan por la conservación de la naturaleza y también se sienten motivados para intervenir en los procesos de comercialización". En todos los casos existe un compromiso por parte del productor de no usar sustancias químicas, compromiso que da derecho a un etiquetado en el que se señala el producto como "ecológico" o "biológico", y obliga a someterse a inspecciones, sin previo aviso, tanto en la propia finca o industria como en el mercado, tarea que llevan a cabo los técnicos del CAAE. Este procedimiento permite obtener avales en otros países, como ha ocurrido este año con Suiza, donde BioSuisse, que factura cada año 50.000 millones de pesetas, aportará su etiqueta de calidad a los productos garantizados por el CAAE. Por provincias, Córdoba ha estado siempre situada en la posición de cabeza, concentrando en la actualidad, con más del 16.000 hectáreas, el 35 % de los terrenos que en Andalucía se dedican a este tipo de agricultura. Un solo municipio cordobés, Pozoblanco, destina cerca de 6.000 hectáreas a estos cultivos, aunque es Trebujena (Cádiz) la localidad que mayor superficie ecológica posee en relación a la superficie agrícola total (1.500 hectáreas, 67 %). Granada y Almería también se destacan, con 8.000 y 7.000 hectáreas respectivamente, en el balance de esta actividad, siendo Jaén la provincia que menos territorio (1.800 hectáreas) aporta a la suma. La oferta de productos también ha aumentado de forma notable, incorporándose, por ejemplo, las plantas medicinales y aromáticas, y creciendo de forma llamativa los frutales, el olivar, los cereales o las leguminosas. Los olivos cultivados sin el auxilio de la química ocupan ya cerca de 15.000 hectáreas, sirviendo materia prima a 15 almazaras y envasadoras que también se han sometido a los controles del CAAE para obtener una variedad de aceite muy apreciada en países como Francia y Alemania, y demandada por sus propiedades cosméticas en Japón. A juicio de los responsables del CAAE, un capítulo fundamental en el desarrollo de los productos ecológicos "es potenciar el proceso de elaboración y transformación de los mismos en Andalucía, como ya se hace con el aceite de oliva, de manera que el valor añadido se quede en la región y repercuta en un incremento de los beneficios".
Ganado sin hormonas
El abuso de sustancias prohibidas, como las hormonas, o la aparición de enfermedades que pueden llegar a afectar al ser humano, como la de las vacas locas, ha hecho que los consumidores se muestren, en los últimos años, especialmente sensibles con respecto al origen y calidad de la carne que consumen. Éste es uno de los fenómenos que pueden explicar la incorporación de la ganadería al sector de la producción ecológica. Si hace dos años apenas existían explotaciones ganaderas asociadas al Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, hoy son 91 las que se someten a los controles de este organismo, lo que demuestra que el mercado ha comenzado a demandar carnes garantizadas. Casi la mitad de estas explotaciones se localizan en Córdoba, aunque Granada, Huelva y Sevilla también cuentan con un buen número de fincas en las que el ganado se cría renunciando al uso de productos químicos. En total, el CAAE tutela casi 13.000 cabezas de ganado: 8.300 de ovino, 2.300 de caprino, 1.900 de vacuno, 200 de porcino y 120 de gallinas. Dentro de este apartado, han surgido iniciativas particularmente interesantes, como la que lleva a cabo la empresa Pariente en Utrera (Sevilla). Además de los circuitos de venta clásicos, esta industria cárnica sirve ternera ecológica a domicilio, y para poder asegurar su procedencia sólo la comercializa por piezas envasadas y certificadas individualmente. De las 80 terneras que vienen sacrificando cada semana sólo cuatro son ecológicas, pero los responsables de Pariente están seguros de que la demanda irá aumentando y por eso ya piensan en incorporar a su oferta carne de cerdo y de ave obtenida, igualmente, siguiendo procedimientos ecológicos.
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