El árbitro entre Derrida y Searle
Un hipotético encuentro de fútbol entre los seguidores del pensador francés Jacques Derrida, padre del deconstructivismo, y discípulos de la escuela analítica, como John Searle, tendría al semiólogo Umberto Eco como árbitro de la contienda.
Ésta es la curiosa propuesta hecha por el diario turinés La Stampa, en vísperas del nombramiento, el pasado viernes 30 de octubre, de Derrida como doctor honoris causa por la Universidad de Turín (norte de Italia), la ciudad de Eco.
Éste, que en sus escritos siempre se ha mantenido equidistante de ambas escuelas, la que señala que el pensamiento procede por opuestos, uno de los cuales prima siempre sobre el otro; y la que defiende el pensamiento analítico, ejercería así un papel moderador entre los bandos. De la parte de Derrida se colocarían el filósofo italiano Gianni Vattimo, la psicoanalista Julia Kristeva, la feminista Luz Irigaray y el pensador Enmanuel Levinas, entre otros. En el campo de Searle, además de Hürgen Habermas, figurarían Rodolf Carnap y Paolo Rossi.
Es difícil saber qué opinión le merecería a Eco esta clasificación, sobre todo porque los deconstructivistas han sido y son objeto de una viva polémica. En cierto modo, Eco ha seguido su propio camino en el análisis lingüístico y en la investigación histórica, utilizando todas las técnicas a su alcance hasta fijar la estructura de esta renacida ciencia semiótica. Su último libro, Kant y el ornitorrinco -inmediatamente anterior a Entre mentira e ironía-, se mantenía fiel a esta ciencia que ha visto multiplicar sus seguidores en los últimos veinte años, pero se alejaba sensiblemente del estilo novelado y divulgativo de El nombre de la rosa, que le valió a su autor un triunfo de proporciones descomunales. Con su último y breve ensayo, Eco vuelve a las fuentes de la amenidad que le consagró como un pensador de fama internacional.
Babelia
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