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"Una gota de sangre bastará para conocer qué genes intervienen en cada enfermedad"

El ADN, la larga molécula en forma de doble hélice que contiene el código genético, es como un mensaje cifrado del que sólo somos capaces de entender una ínfima parte. Esa porción, a lo sumo entre un 7% y un 8% del total, es precisamente la que ocupan los 100.000 genes que dan forma al genoma humano.El resto, más del 90% de la molécula de ADN, podría desempeñar un papel crucial en la comprensión de cómo se organiza el genoma. Y de ese entendimiento, surgirían nuevas aproximaciones terapéuticas para curar muchas enfermedades. Al menos eso cree Miguel Beato (Salamanca, 1939), director del Instituto de Biología Molecular e Investigación Tumoral de la Universidad Philipps de Marburgo (Alemania). Beato es reconocido internacionalmente por sus aportaciones en el campo de la regulación de la expresión génica, es decir, el modo en que los genes dan pie a que se produzca una determinada función en el organismo.

Una tela de araña

El científico, que dictó el pasado viernes la lección inaugural de la recién formada Facultad de Biología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, considera que ese enorme "territorio inexplorado" en el que abundan amplias zonas vacías, vestigios de virus que probablemente guarden memoria de una infección o incluso parásitos, puede ser la clave no sólo para entender por qué los genes se organizan de un modo y no de otro, sino también para avanzar en un nuevo modelo de medicina mucho más integradora y global."Un organismo es como una tela de araña", afirma. Todos sus hilos vibran, y por tanto la tela entera, al tocar un solo punto. Lo mismo ocurre con el genoma, asegura. "Un gen o una proteína no funcionan de forma aislada, sino que se influyen mutuamente". Como consecuencia, la alteración de un gen -su mutación- no tiene consecuencias sobre un único órgano o tejido, sino que repercute globalmente en el organismo.

Esta nueva visión, que para Beato supone un cambio revolucionario tanto en la biología molecular como en la medicina, alcanzará su máxima expresión una vez que esté secuenciado el genoma humano y se haya dado con las funciones que expresan cada uno de los genes, muy especialmente con la forma como se comportan éstos en presencia de enfermedad.

Un ejemplo de lo que va a suponer este cambio es el desarrollo de los llamados chips de ADN, proyecto en el que están comprometidos tanto los grandes laboratorios farmacéuticos como pequeñas empresas de biotecnología y centros públicos de investigación. Una vez que estén los chips en el mercado, asegura Beato, bastará una gota de sangre para saber qué genes se expresan en distintas fases de una enfermedad. Con la ayuda de la informática y de los marcadores genéticos, campo en el que ha destacado el investigador español, va a ser posible dibujar un diagrama en el que podrán verse los genes anómalos y su relación con los síntomas que presentan los procesos patológicos.

El investigador no duda que éste va a ser el diagnóstico del futuro. "El diagnóstico genético", precisa. "Muchas de las enfermedades que padecemos dependen de varios genes", indica. La mejor forma de curar o incluso de prevenir esas enfermedades será, pues, "alterar, modificar o inactivar" esos genes.

¿Quiere ello decir que la terapia génica va a ser la base de la medicina del futuro? "En las células somáticas, sin duda, pero nunca en las células germinales", responde. Para Beato, alterar la línea germinal implicaría introducir modificaciones en el código genético que se iban a transmitir de generación en generación.

Sin embargo, no duda en recurrir al juramento hipocrático (además de investigador, Beato es médico) para justificar el empleo de la terapia génica tanto con fines curativos como preventivos: "Cuando sepamos hacer una terapia génica de verdad, habrá que practicarla", sostiene. "Si una mutación causa una enfermedad y yo tengo un método para eliminar esa mutación, por ejemplo alterando un gen, tengo que ponerlo en práctica".

Proteger a los débiles

Si ello va a implicar en el futuro usos inadecuados o polémicas éticas es algo que Beato remite a la sociedad. Es ella, dice el investigador, la que va a marcar los límites de las "enfermedades de verdad" y la que va a permitir, a autorizar y, en última instancia, a financiar su puesta en práctica. "Hoy ya nadie sobrevive porque físicamente sea mejor", concluye, "sino porque la higiene, la medicina y la atención sociosanitaria protege a los menos fuertes". "Si hubiera métodos genéticos para curar las enfermedades que le hacen a uno más débil", termina, "mejorarían las condiciones de vida y probablemente se ahorraría en costes médicos".

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