La "princesa" americana
La seducción fue la mejor arma de Pedro Román para comprar Marbella Sierra Blanca. "Mi princesa. Dile que es la princesa de Marbella", repetía el teniente de alcalde a los abogados de Elizabeth Brockman, la propietaria. Durante años, la anciana norteamericana escuchó complacida los piropos, traducidos al inglés por cualquier intermediario. Finalmente, le vendió su finca y se llevó a Pilar, única hija de Román, a su casa de Nueva York."Creía en Román a ciegas. La cautivó con su amabilidad y su cortesía. Veía en él a la autoridad de Marbella. A Elizabeth le aconsejaron que no firmara esa venta porque era muy difícil garantizar el pago de las cantidades aplazadas, pero no hizo caso de sus abogados. Luego, tuvo que reclamar dinero a Román", dice uno de sus amigos.
El verano de 1992, semanas antes de la compra de los terrenos, Román, su mujer y sus tres hijos, lo pasaron en la casa de la playa que Elizabeth posee en la ciudad de los rascacielos. El teniente de alcalde y su familia regresaron de sus vacaciones norteamericanas con el contrato bajo el brazo.
Brockman quebró su voz en una conversación telefónica mantenida ayer con EL PAÍS ante la pregunta de si ha sido engañada por Román "Estoy disgustada", contestó.
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