El cerco al virus de la gripe de 1918 se estrecha poco a poco
La búsqueda de fragmentos significativos del virus de la gripe de 1918, que asoló Europa al final de la I Guerra Mundial, ha avanzado con la exhumación este verano de los restos de varios emigrantes en la remota isla noruega de Spitsbergen, en el Ártico, aunque no tanto como esperaban los científicos. Los cuerpos de seis jóvenes que contrajeron la gripe en el barco que les llevaba a Spitsbergen para trabajar en las minas de carbón y murieron a los pocos días de llegar a la isla se encontraban enterrados muy superficialmente y no en el nivel que se mantiene permanentemente congelado. Sin embargo, miembros del equipo, aunque no han querido explicar en qué estado se encontraban los restos, han señalado que se han obtenido más de cien muestras de tejidos, incluyendo algunas de los pulmones. Kirsty Duncan, la investigadora canadiense que dirige el proyecto, ha afirmado: "Tenemos muy buen material. Los virólogos tienen grandes esperanzas".Robert Webster, virólogo miembro del equipo, fue un poco más cauteloso: "Las muestras no eran exactamente lo que pensábamos obtener. Todavía no sabemos lo que vamos a sacar de ellas". En este caso, los investigadores esperan saber en unos dos meses si las muestras sirven para algo y luego tardarán años en obtener resultados significativos para conocer la causa de la virulencia de este virus, el más letal de los conocidos, que mató a 20 millones de personas. Sin embargo, este ejemplo es sólo uno más de la búsqueda de muestras del virus de la gripe de 1918, casi siempre en víctimas que han permanecido enterradas en zonas muy frías.
El equipo que ha avanzado más hasta ahora en el análisis del virus es el de Jeffrey Tautenberger, del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas en Washington (EEUU). Ann Reid, bióloga molecular que trabaja con Tautenberger, ha comunicado que se ha conseguido un paso importante con la determinación de la secuencia de uno de sus genes más importantes. Se trata del gen de la hemaglutinina, que dirige la producción de proteínas que permiten al virus de la gripe engancharse a una célula del sistema respiratorio.
Según Reid, la secuenciación de un segundo componente importante del virus, el gen de la neuraminidasa, puede estar terminada en uno o dos meses. La neuraminidasa es la sustancia que permite al virus penetrar en la célula y, de forma similar a un parásito, utilizar su nuevo hogar para fabricar más virus que se extiendan por otras células y den lugar a los síntomas de la enfermedad. La comprensión de ambas proteínas es crucial para prevenir y luchar contra la gripe. El sistema inmune del cuerpo humano lo hace produciendo anticuerpos que bloquean la cubierta del virus, inhabilitando sus mecanismos para penetrar en las células. Lo encontrado hasta ahora, reconoce Reid, no desvela la causa de la virulencia del virus, que parece muy semejante a un virus de gripe porcina de 1930. "Hubo un brote en la primavera de 1918", recuerda Reid, "y algo pasó en el verano que convirtió el virus en mucho más peligroso".
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