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Reportaje:

Alimentación por endoscopia para mujeres embarazadas

Algunas mujeres embarazadas corren el riesgo de perder a su hijo a causa de una hiperemesis gravídica severa, una afección que les produce continuos vómitos e impide que ellas y sus hijo puedan alimentarse adecuadamente. Para estas mujeres, la ciencia médica ha encontrado una solución: alimentarlas por vía gastroenteral, a través de un fino tubo que, mediante la técnica endoscópica, traspasa el abdomen, atraviesa el estómago y desemboca en el intestino. Con esta técnica se evita que la madre, que seguirá padeciendo los amagos de vómitos durante todo el embarazo, expulse los alimentos.

Una manifestación leve de esta enfermedad es bastante frecuente durante las primeras semanas de embarazo. "Sólo aplicamos la alimentación por endoscopia en los casos más severos", puntualiza Pedro Pablo García Luna, jefe de la Unidad de Nutrición del hospital Virgen del Rocío de Sevilla y uno de los miembros de un equipo interdisciplinario integrado por ginecólogos, psiquiatras y gastroenterólogos que el pasado mes de julio publicó en la revista Clinical Nutrition el seguimiento de dos casos.

Niños sanos

Hasta ahora, las mujeres con hiperemesis gravídica severa eran nutridas por vía nasogástrica (por la nariz), mediante la colocación de una sonda, o por vía parenteral (a través de una vena). Si se optaba por la colocación de la sonda, los propios vómitos de la paciente la hacían muchas veces inoperante. La opción de la vía intravenosa acarreaba otros riesgos: el principal, la sepsis por catéter (infección en la vena) al tener que estar la paciente alimentándose por este sistema durante los nueve meses.La gastrostomía endoscópica percutánea (PEG-Y), con punta en el intestino resuelve de una vez para siempre los problemas que se plantean con este grupo grave de embarazadas. "El primer caso tratado", explica García Luna, "era una mujer de 25 años que había perdido ya a su primer hijo por esta causa a las 19 semanas de embarazo y que llegó al hospital con un 20% menos de peso y graves síntomas de deshidratación".

Tras la colocación del sistema PEG-Y, al cabo de una semana la paciente pudo ser enviada a casa, donde siguió alimentándose durante todo el embarazo por vía enteral.

El parto se produjo a término por vía vaginal y con la paciente portando aún la sonda de nutrición, que le fue retirada cuatro días más tarde. El niño, totalmente sano, pesó cuatro kilos. En en el segundo caso, el niño también se gestó con absoluta normalidad, y pesó al nacer 2.650 gramos.

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