Con seis meses de retraso
Intervenga o no la OTAN en los próximos días en Kosovo, hay una cosa clara en el conflicto que se perfila ya: llega tarde para evitar una tragedia humanitaria que se anunciaba desde hace medio año. Puede que Slobodan Milosevic -no es seguro- sea castigado por su renovado desprecio a todos los principios y normas de conducta civilizados. Pero su política de sangre y fuego, por mucho que se condene, va a ser en buena medida irreversible.El secretario general de la OTAN, Javier Solana, dice que la comunidad internacional aprendió de la crisis de Bosnia y que lo está demostrando en Kosovo. Alude a que, a principios de esta década, el mundo tardó años en darse cuenta de que tenía que intervenir militarmente para frenar a Milosevic. Ahora, frente al mismo responsable, este proceso se ha reducido a unos meses. Solana pide demasiada benevolencia para la única organización de seguridad internacional medianamente operativa.
En marzo pasado estaba claro lo que sucedía. En Kosovo, un sector de los albaneses, armados gracias a los saqueos en los arsenales de Albania un año antes, optó por la resistencia armada. Estaban hartos de la política de pasividad que encarnaba el presidente kosovar Ibrahim Rugova. No había producido resultado positivo alguno para una población albanesa vapuleada, reprimida y saqueada por Milosevic.
Éste aprovechó la insurrección para poner en marcha un plan que tiene más de diez años. Su fin es acabar con la realidad demográfica de Kosovo. Limpieza étnica pura y dura. Después de seis meses, varios ultimatos ignorados por Belgrado, miles de muertos y varios centenares de miles de refugiados, la OTAN dice llegar a la conclusión de que Milosevic sólo se aviene a razones de fuerza militar. ¿Alguna novedad respecto a lo sucedido hace seis meses? Somos realmente duros de entendederas. Dicen que la letra, con sangre entra. Cuando es ajena a nosotros necesitamos mucha sangre para entender.
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