_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pozo sin fondo

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Las infraestructuras son como un pozo sin fondo: siempre caben más. Cuando parece que ya está todo hecho, aparece un nuevo proyecto en forma de carretera, puente, línea de ferrocarril o puerto. Las autoridades los califican invariablemente como proyectos necesarios, lo que lleva a los ciudadanos a preguntarse cómo diablos han podido vivir sin esa carretera, ese puente o esa vía de tren. Los planes de carreteras siempre llevan aparejado un número ordinal; al primer cinturón siempre le siguen el segundo y un tercero. Y es que las infraestructuras tienen una peculiaridad: todas acaban llenándose, aunque no lleven a ninguna parte. Eso lo saben muy bien los técnicos del Ministerio de Fomento, esos ingenieros de caminos, canales y puertos cuya única preocupación parece consistir en pensar dónde pueden colocar sus proyectos, sabedores de que tarde o temprano serán calificados como necesarios y obtendrán la aprobación de sus superiores. Y nuestros políticos nunca han sabido decir que no. Así se ha llegado a un punto en que, con toda impunidad, se proponen -y lo que es peor, se llevan a cabo- los proyectos más descabellados, muchas veces evidenciando un total desprecio hacia el medio ambiente, sin tener en cuenta los intereses públicos y particulares y, por supuesto, sin reparar en el precio. Es el caso del nuevo proyecto de acceso ferroviario a la ciudad de Valencia por el sur, para el que Fomento ha propuesto un trazado que discurre por el parque natural de L"Albufera. Probablemente aducirán que el tren no causa tanto impacto ambiental como una autopista. Pero seguro que al porrón moñudo que vive en los humedales con toda la tranquilidad que le permite la enorme presión que sufre este importante espacio natural, no le gusta demasiado lo de los trenes a más de 200 kilómetros por hora. El proyecto ya ha levantado críticas. Es difícil que tamaño desaguisado se convierta en realidad, pero... Tiempo al tiempo. Los ingenieros saben esperar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_