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Cambio de Alemania, cambio de Europa

Andrés Ortega

Con el cambio de canciller y de mayoría en Alemania, muchas cosas pueden cambiar en Europa. Algunas para bien; otras quizás no tanto. Pero pronto lo sabremos, pues pese a que Schröder haya manifestado tras las elecciones que sus dos prioridades son internas -el mercado de trabajo y la reconstrucción del este de Alemania-, va a descubrir, si no lo ha hecho ya, el peso de Europa en la política de Alemania; y quizás Europa, a su vez, el peso de la nueva Alemania. Pronto, pues además de otras citas en que se ha de esbozar el futuro de Europa, Alemania asumirá las riendas de la presidencia del Consejo de la Unión Europea el próximo 1 de enero; justo cuando empieza el euro y desaparece -no físicamente, pero sí como concepto- ese icono que es el marco alemán. ¿Entusiasmo de Schröder por el euro? Desde el mayor realismo ha afirmado: "El euro está aquí; debemos hacer que tenga éxito, porque, de lo contrario, se generarían problemas catastróficos".Que Los Verdes lleguen a ocupar la cartera de Exteriores no dejará de tener repercusiones para la política alemana, y la europea. Porque, en ese caso, la verdadera diplomacia de Alemania -desde luego su política europea- no se diseñará en el Ministerio de Exteriores, sino en la propia Cancillería, aún más que en tiempos de Kohl. Tal paso puede contribuir a acentuar el declive del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores en la UE -el por algo llamado Consejo de Asuntos Generales- en favor, por una parte, de los consejos europeos (jefes de Estado y de Gobierno) y, por otra, de las reuniones de los ministros de Economía y Finanzas (Ecofin, ya sea a 11, los del euro, o a 15), que han ganado peso y protagonismo con el nacimiento de la unión monetaria. Schröder, además, parece apuntarse a las tesis de los socialistas franceses de potenciar un polo de poder económico que contrapese el monetario del Banco Central Europeo (BCE). Con un Schröder menos obsesionado por el cumplimiento a rajatabla de los criterios de déficit público puede surgir un cierto conflicto con el BCE, cuya política apoya plenamente el presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, que concluye su mandato el próximo verano. Quizás va a tener el Banco Europeo que releer el Tratado y recordar que le obliga en primer término a mantener la estabilidad de precios, pero también a "apoyar las políticas económicas generales de la Comunidad", lo que incluye desde la protección social hasta la solidaridad, como reza el Tratado de Maastricht. Es decir, esa Europa social que puede ahora verse impulsada Junto al mayor juego que le puede dar Schröder a Londres -si Blair decide entrar a fondo en Europa, incluso para potenciar una política exterior y de seguridad común-, los cambios de matices en la cultura que ha hecho presa de Alemania de que tiene que contribuir menos a las arcas comunitarias, o su postura aún confusa sobre la ampliación de la Unión, hay también otros ejes de cambio de gran calado. Kohl representaba una visión renana, incluso católica, de Europa. Schröder, la Alemania más nórdica, protestante, y cuyo centro de gravedad se desplaza al Este, con el traslado de la capital. No por nada ha hablado el futuro canciller de la República de Berlín.

El cambio de mayoría en Alemania llega cuando ese país intentaba salir del cascarón en que le había metido su historia y su sentimiento de culpa. Si Los Verdes dejan su impronta, podríamos ver a Alemania volverse a ensimismar en algunos aspectos, frenar -a no ser que Milosevic consiga sacarla de quicio- los atisbos de mayor actividad diplomática y de seguridad, y defender una política exterior centrada, primordialmente, en consideraciones económicas. Una Alemania, y de rebote una Europa, más posmoderna. En el fondo, más japonesa.

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