El CSIC detecta metales del vertido tóxico en cuatro especies de la avifauna de Doñana
Los científicos hallan cinc, cobre y arsénico en cigüeñas, patos reales, porrones y fochas
La riada tóxica que anegó el pasado 25 de abril el cauce del Guadiamar tras la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar no sólo dejó su huella en suelos y plantas. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha detectado metales pesados como el cinc, el cobre o el arsénico en ejemplares de cuatro especies distintas de aves que habitan el entorno de Doñana. Los científicos certifican que los elementos nocivos han entrado en la cadena trófica (de alimentación), pero señalan que "no se han apreciado alteraciones en la mortalidad y fertilidad de estos seres vivos".
El grupo de 80 científicos creado tras el vertido de lodos tóxicos y aguas ácidas en el río Guadiamar se ha reunido durante los tres últimos días en El Rocío (Huelva), para elaborar su octavo informe sobre el desastre ecológico. Cinco meses después del reventón de la balsa minera de la empresa Boliden, el CSIC avanzó ayer los primeros datos sobre contaminación en aves. Los análisis efectuados en 150 ejemplares de nueve especies diferentes indican una presencia de metales pesados, como cinc, cobre y arsénico, en cigüeñas, patos reales, porrones comunes (patos buceadores) y fochas (aves de marismas).Las muestras realizadas sobre 15 cigüeñas recién muertas, que fueron halladas a 500 metros del vertido, "revelan índices bajos de cinc y cobre, y niveles altos, aunque no peligrosos, de arsénico", explicó Fernando Iraldo, miembro del grupo de sabios. Más de 800 ejemplares de esta ave tienen su hábitat en el Parque Nacional de Doñana. El efecto de la contaminación en las otras tres especies -pato real, porrón común y focha-, es mayor. Análisis realizados en julio en una treintena de ejemplares muertos demuestran "niveles peligrosos de cinc y cobre", aseguró Iraldo. Los cadáveres de estos animales fueron encontrados a cinco kilómetros de la zona afectada por los vertidos. Por el contrario, las pruebas analíticas llevadas a cabo sobre otras cinco especies: moritos (variedad de garza), milano negro, calamón (variedad de gallo), avoceta (ave de pico curvo), gaviota picofina y fumarel cariblanco (gaviotín), no revelaron niveles de contaminación, según el informe del CSIC. Todos estos datos, explicó Iraldo, "indican que los restos de metales pesados se han detectado en individuos limitados y no en comunidades". El informe del CSIC destaca que la mortalidad de aves durante este periodo ha sido "la habitual" y que en ningún caso se ha probado que el efecto de los metales pesados sea la explicación de la muerte de algunos ejemplares.
El presidente del CSIC, César Nombela, no descartó otras consecuencias nocivas en la avifauna como una posible disminución de la fertilidad, pero señaló que "algunos efectos no se conocerán hasta medio o largo plazo". El informe del CSIC también se refiere a la contaminación en los moluscos de la ribera del Guadiamar, como el bivalvo de fango: "se han detectado niveles de cinc elevado, similares al de los organismos procedentes de otras zonas afectadas por la minería".
"No hay constancia de contaminación sobre los peces del estuario del Guadalquivir", señala el estudio, que refleja que en las comunidades vegetales de la zona de Entremuros -límite del parque nacional y parque natural- los estudios muestran que las concentraciones de cinc alcanzan valores "80 veces más altos que los normales".
Los expertos descartaron que la población pueda sufrir, por ahora, intoxicación vía alimentaria, habida cuenta de que los niveles de metales pesados hallados en animales y vegetales están muy lejos de los umbrales de riesgo para la salud humana.
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