Vieja estima
Una comedia mediocre y antigua. Viene de una cepa agotada. Hubo una vez un teatro húngaro con un suave humor elegante y decadente, un estilo centroeuropeo de entre dos guerras, que tuvo que emigrar (una veces por judío, otras por fascista) y, en parte, vino a España. Lo trajeron el autor Vaszary y la actriz Lili Muratti; el idioma y el estilo les llevaron a buscar ayuda entre los buenos humoristas españoles de entonces, que eran los de La Codorniz; tradujeron, adaptaron y a veces firmaron solos.Una de estas obras es la que ahora se representa, Marramiau, de Edgar Neville sobre otra original de Ladislao Fodor; cuyo nombre ha desaparecido totalmente: la estrenó Conchita Montes en 1954, en el papel que hace ahora Victoria Vera. Conchita había hecho poco antes Marea baja, de Peter Blackmore, creo recordar ahora -no tengo datos a mano - traducida por Edgar, su compañero.
Marramiau
Autor: Edgar Neville (1954). Intérpretes: Francisco Lahoz, Gabriel Garbisu, Aurora Frías, Rosa Valenty, Victoria Vera. Múscia de Carlos Jean. Dirección de Víctor Andrés Catena. Teatro Reina Victoria. Madrid
El esquema es el mismo: un ser femenino de otra especie se enamora de un hombre, pierde su naturaleza y cuando el hombre la desdeña, se pierde. Allá sirena, aquí gata. Le viene bien el personaje a Victoria Vera, a su figura: a una cierta felinidad que siempre ha dado mucho juego en la literatura (Emilio Sanz de Soto tiene una amplia erudición sobre el tema). La comedia no tuvo entonces demasiado éxito; sólo la estima debida a estos dos grandes personajes del teatro de la posguerra que fueron Edgar Neville y Conchita Montes.
Se puede hoy tener un gran recuerdo de él sin que esta comedia que se alarga, se muere varias veces en el escenario antes de terminar, guste; y toda la estima debida al trabajo de Victoria Vera. Pero no se puede ir mas allá...
Babelia
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