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Reportaje:MEDICINA

Denunciadas 90 muertes al año por error médico

Desde 1995 se han denunciado 362 fallecimientos por error o negligencia en servicios del Insalud

El Insalud considera fundadas el 29% de las 595 reclamaciones que ya ha estudiado, por las que ha pagado 1.000 millones de pesetas de indemnización. Le quedan por estudiar otros 570 expedientes. Gran parte de los 426 casos ya rehusados o los no estudiados se hallan en los tribunales, que dan la razón a los demandantes en un porcentaje que el Insalud ignora, pero que, en todo caso, elevará el porcentaje admitido inicialmente.

La mala praxis o el error se repiten en ocasiones insistentemente en algunos frentes sanitarios. Los errores son idénticos; los muertos, distintos. Es el caso de los infartos mal diagnosticados o mal tratados, uno de los capítulos que más denuncias provocan. En estos casos, los médicos malinterpretan el aviso que presentan los pacientes: dolor en el tórax. A veces, se escatiman pruebas. En una proporción importante de casos no se realiza un electrocardiograma, a pesar de su bajo coste —unas 2.300 pesetas— y de la sencillez de su realización. Este ridículo ahorro está costando al Insalud indemnizaciones millonarias a las familias de los fallecidos.

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Retrasos fatales

Hay también retrasos que ocasionan muertes. En los casos estudiados, la demora media entre la primera solicitud de asistencia y el diagnóstico fue de 38,43 horas. Incluso cuando éste es correcto, hay un retraso de 85,33 minutos de media hasta la hospitalización o el tratamiento. Demasiado tiempo para una muerte que avanza al redoble de las pulsaciones. La inexperiencia es otra fuente de errores. El estudio comprobó que en todos los casos denunciados, "la asistencia hospitalaria estuvo a cargo de médicos en formación", descritos como menos propensos a ingresar a los pacientes.

Las muertes por no haber diagnosticado a tiempo un infarto tienen nombre y apellido. Luciano Simón Muñoz, de 58 años, por ejemplo. "Mi padre era muy reacio a ir al médico. Si tenía un constipado, él se lo curaba. El 29 de noviembre de 1997 tuvo un dolor muy raro en la espalda. Fue a urgencias de La Paz a las 9.15. Explicó que tenía un fuerte dolor en los hombros que le bajaba por los brazos hasta las muñecas, y sudores y náuseas. Le preguntaron si fumaba, pues sí: un paquete diario; si bebía, pues sí: cuatro cervezas al día. La doctora le hizo descubrirse de cintura para arriba. Le palpó la espalda. Le diagnosticó contractura muscular. Le recetó un relajante muscular, Miostan, y Nolotil para el dolor: No le tomaron la tensión, aunque dijo que era hipertenso, ni le auscultaron, ni le hicieron ningún electrocardiograma. A las 10.00, se tomó la medicación. Seguía sintiendo dolor en la espalda. Mi madre bajó a por un linimento para darle unas friegas. A los diez minutos regresó. Mi padre estaba derrumbado en un sofá inconsciente. Mi madre se asustó. Avisó al 061. Los facultativos le hicieron masajes cardíacos y electrochoques, pero a las 11.50 murió. El forense certificó que la causa fue un infarto agudo de miocardio". Lo cuenta su hija Ana Luz. Ella disculpa el error, pero no la negligencia: "Todos somos humanos. Yo me equivoco con mi máquina de escribir, y puedo entender que los médicos se equivoquen y corten de más o les salga mal una operación. Pero la médica oyó y escribió los síntomas de un infarto, están en las enciclopedias, y no hizo ninguna comprobación para descartarlo". El forense interpretó que "quizás hubiera que haberle efectuado un electrocardiograma" en atención a sus circunstancias de riesgo (hipertenso, fumador y con 58 años), pero la doctora que le atendió considera que tal medida "pertenece sin duda a una terapia preventiva extraordinaria, pero ajena a una medicina de urgencias". Según datos del Insalud, el 23,8% de las reclamaciones se dirigen contra los servicios de urgencias.

Hay errores sangrantes como úlceras sangrantes. Matan por igual. Eso cree Encarnación Martínez, viuda de Guillermo Busutil Hermida. "Mi marido llegó malo del trabajo en la noche del 19 de octubre de 1997. Estuvo vomitando toda la noche. Decía que lo único que le pasaba es que tenía ardores. Al día siguiente le dije que sería mejor que fuéramos al hospital de Móstoles. Entró solo en urgencias. A los diez minutos salió con un informe en la mano. Le habían dicho que era una simple gastroenteritis. Le recetaron Primperan para los vómitos. Volví a casa con la medicina y se la di. Sobre las dos de la madrugada dio un golpe en la mesilla. ¿Qué te pasa? Me contestó que nada con la cabeza. No volvió a hablar. Llamé al 061. Lo ingresaron. A los diez minutos salieron a verme para decirme que estaba muy grave. ¿Cómo va a estar grave si a las once de la mañana me dijeron que no era nada? Diez minutos después volvieron a salir. Me informaron que había fallecido. Eran las 4.30 del día 21. Ahora sé que murió de úlcera sangrante. El medicamento que le recetaron para combatir los vómitos lo reventó por dentro. Impidió que vomitara y eso ocultó la sangre. Si hubiera vomitado, habría vomitado sangre. En el hospital no le hicieron ni radiografías ni análisis. Se limitaron a tocarle la tripa". El hospital alega que no hubo negligencia.

Ignacio Sánchez Nicolay, presidente de la OMC (Organización Médica Colegial), estima que "hay una cierta adicción de los pacientes a la reclamación, igual que se reclama más en los autobuses, en el metro, o en los trenes. Pero no tiene sentido, hoy que se vive la mejor medicina, que se produzcan cada vez más reclamaciones". Sánchez Nicolay. Teme que si aumentan las denuncias se propague la medicina defensiva que ya practican sus colegas estadounidenses para curarse en salud. "Allí están abusando de las pruebas y de los análisis para que ningún reclamante pueda esgrimir que se diagnosticó a la ligera". Asegura que la OMC está muy preocupada por los errores médicos. Preocupada, pero no informada, porque "los colegios no informan".

Los 1.165 casos de error o negligencia denunciados desde 1995 deben relacionarse con la actividad que el Insalud desarrolla: medio millón de intervenciones qúirúrgicas, cinco millones de visitas en los servicios de urgencias, 100.000 partos y, 20 millones de consultas al año. Angel Guirao, subdirector general de Inspección del Insalud, no rebaja la entidad de las denuncias. "Se produce un número creciente de reclamaciones porque los pacientes cada vez tienen un mayor nivel de exigencia. El número de denuncias acabará estabilizándose, pero en todo caso muy por debajo del nivel de EE UU. La ventaja es que ahora registramos todas las reclamaciones y eso nos permite no sólo indemnizar a las víctimas, sino localizar dónde se acumulan los errores para buscar las causas y corregirlas".

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