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ELECCIONES EN ALEMANIA

Un empresario de éxito para pilotar la reforma económica

Pilar Bonet

Jost Stollmann, el polémico empresario de 43 años al que Gerhard Schröder quiere ver en el puesto de ministro de Economía, si los socialdemócratas alemanes llegan al poder, ha optado por hacer su propia campaña y financiar con su dinero dos costosos anuncios que, ayer y anteayer, aparecieron en los principales periódicos del país. Con un bosquejo de su filosofía del éxito y de su visión sobre la forma de resolver los problemas de Alemania, Stollmann ha vuelto a puentear al SPD y a desmarcarse de las tradiciones y el estilo jerarquizado y burocratizado de esta organización.Pero justamente ese papel de enfant terrible es el que Stollmann tiene -algunos dicen que de forma totalmente planificada- en la campaña de Schröder. Eso permite a éste mantener abierta la puerta a todos los indecisos de centro, que están hartos de Helmut Kohl, desconfían de los liberales y temen que la rigidez de los socialdemócratas no les permita afrontar el futuro con nuevas ideas.

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"Nuestro país es bueno para el éxito" y "Déjennos hacerlo" son los títulos de los mensajes que Stollmann salpica de palabras como futuro y éxito, para envolver un mensaje claramente liberal: que el sistema de seguridad social y de impuestos deben ser menos gravosos para dejar paso a la responsabilidad y la iniciativa individual. "Vivimos una gran contradicción. Por una parte, turbulencias salvajes en todo el mundo. Por la otra, un intranquilizador estancamiento en nuestro país. Nuestra incapacidad para actuar nos hunde cada vez más en una amarga miseria", señala el empresario, considerado como el Bill Gates alemán por haber fundado Compunet, una empresa de sistemas informáticos que le hizo rico a los 29 años.

Stollmann, cuya intención es "causar cuanto más movimiento mejor en la política", aboga por un "nuevo centro", una de las ideas favoritas de Schröder, que libere a la sociedad de las concepciones de izquierdas y de derechas. Y dice estar seguro de que el milagro económico en Alemania es posible si "tomamos en serio la renovación y modernización". El empresario ha utilizado sus misivas para justificar su ausencia de los medios de comunicación (las malas lenguas decían que el SPD lo ha tenido encerrado para no asustar a su electorado tradicional) y asegura que cuando se incorporó al equipo electoral había pactado que no haría campaña partidista.

Stollmann cree que Alemania necesita una alianza de "renovadores", tanto de los sindicatos como de las asociaciones, la economía, la ciencia y la política, para "discutir el futuro sin prejuicios". El empresario vuelve a la carga con las declaraciones que han puesto en pie de guerra a los sindicatos y reitera que el sistema de seguridad social es una "prisión", porque lastra a los ciudadanos impidiéndoles adquirir patrimonio y gestionar sus propios destinos.

Stollmann está orgulloso de su propia biografía y de sus comienzos arriesgados, que, según explicaba al semanario Der Spiegel, fueron posible gracias a un banco que aceptó hipotecar la vivienda que sus padres, una empresaria y un funcionario ministerial, le habían regalado. Su formación profesional discurrió en Francia y en EEUU, que es el país que más le ha marcado. Tras estudiar en Harvard, trabajó para un grupo asesor de Chicago y luego volvió a Alemania. En 1994, fundó Compunet en Colonia. La empresa facturó casi 150.000 millones de pesetas el año pasado y Stollmann ha sido distinguido como el empresario europeo del año en 1990. Desde 1994, forma parte del programa de líderes del futuro en el Foro de Davos (Suiza). Stollmann, padre de cinco hijos, es uno de los tres personajes de la campaña con los que Schröder ha querido emitir un mensaje de independencia al margen del partido: los otros dos son Michail Naumann, un editor polémico y original, que puede ser ministro de Cultura de Alemania, si se crea el puesto, y Brigitte Sauzay, la traductora de Francois Mitterand, que aconseja a Schröder en las relaciones franco-alemanas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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