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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La pelea del teatro

Un actor de televisión comercial cumple una oferta para representar Hamlet en el teatro: y se plantea en escena, por tanto, la dialéctica entre los dos medios de una manera notablemente imparcial: la televisión es la basura, o la basura de la basura, y el teatro es la excelsitud, el arte.Los personajes que defienden la televisión son toscos, zafios: sólo piensan en el dinero, y en los méritos que consisten en una cierta chispa. Los que defienden el teatro son elevados; una antigua dama alemana, y una joven que ha prolongado su virginidad (todos se lo reprochan) porque tiene grandes ideales; y un fantasma. No uno cualquiera: el de John Barrymore, de la gran familia de actores, los "fabulosos Barrymore" que se decía: en Estados Unidos. John Barrymore (1882-1942) hizo en 1924 un Hamlet (dos años antes, un memorable Ricardo III) del que se dijo que era el mejor del mundo. No piensan lo mismo los ingleses, que tienen otras predilecciones (Kean, Irving, Guielgud, Olivier...). Sin embargo, él mismo cayó (aunque en esta obra se pase por alto) en aquello cuyo fantasma reprocha al héroe actual: dejó el teatro por el cine. Hizo algunos de los peores papeles del mundo. En la comedia que vemos, sin embargo, se le fija en el momento de Hamlet y se le supone capaz de dar consejos, de imponerse al joven memo de la televisión.

Odio a Hamlet

Odio a Hamlet de Paul Rudnick. Intérpretes: Manuel Tejada, Tomás Gayo, Anne Igartiburu, Julio Escalada, María Luisa Merlo. Director: Denis Rafter.Teatro Príncipe.

Hará éste, finalmente, su Hamlet; lo hará bastante mal, pero sentirá la llamada del teatro, la de Hamlet y Shakespeare, y dejará los fabulosos contratos para seguir adelante. Y obtendrá como premio la virginidad de su novia, disfrazada de Ofelia.

Es una obra de combate. Está repleta de alusiones a versos, de recuerdos de Hamlet, de ensalzamiento del actor en el escenario. Los personajes son irónicos y leves, el diálogo es rápido y quizá para un público español todo ello sea ligeramente indiferente. Ojalá no lo sea.

La comedia es de Manuel Tejada: él es John Barrymore, y puede ser Hamlet en algún momento -el recuerdo a los consejos de los actores-; y tiene al mismo tiempo una nobleza antigua y una picardía escénica. Los demás hacen una interpretación consabida, con una dirección consabida, que es la de Denis Rafter. En la tarde del sábado el público era numeroso: el teatro se lo había robado limpiamente a la televisión que daba un partido de fútbol que parecía importante. Un triunfo de Barrymore.

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