Un policiaco a la antigua usanza

Después de dirigir teatro y televisión en su país natal, a principios de los años ochenta, el argentino J. Campanella se instala en Nueva York y una década después se da a conocer con la producción independiente norteamericana El niño que gritó puta (1991), su primer largometraje. La historia de un inadaptado niño de 12 años, que vive en un ambiente hostil, tiene excesiva buena crítica y una irregular carrera comercial.Seis años después reaparece con ...y llegó el amor (1997), otra producción independiente norteamericana, donde J. Campanella plantea un policiaco a la antigua usanza. Sin embargo, lo resuelve de una manera demasiado personal que no acaba de resultar convincente por ser un tanto falsa y literaria en el peor sentido de la palabra.

Se sitúa en esta línea la historia de una joven y atractiva mujer española, encarnada con eficacia por Aitana Sánchez-Gijón, ligada a un fracasado pianista nortemericano que además trata de escribir una novela, interpretado por un excesivo Denis Leary, y de cómo intentan hacer un chantaje a un lustroso y rico hombre mayor británico, a quien da vida un perfecto Terence Stamp, pero finaliza como menos pueden esperar.

No obstante, el tratamiento que le ha dado J. Campanella, en su calidad de coguionista y director, se aparta demasiado de sus propósitos. En primer lugar, por incluir de vez en cuando fragmentos en flou de la novela que escribe el protagonista que nada añaden al conjunto y sólo son una traba para su desarrollo. Además de profundizar muy poco en sus personajes, que sólo en contadas ocasiones dejan de ser arquetipos.

De manera que lo mejor de ... y llegó el amor es el esforzado trabajo de Aitana Sánchez-Gijón. No sólo habla un perfecto inglés,, sino que canta varias canciones.