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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Contra las cuerdas

En medio de lo que ya se considera una crisis económica y financiera a nivel mundial, la política, esa otra crisis que casi siempre se erige en causa de la primera, sacude duramente estos días a los países más influyentes del planeta, echando por tierra todo vano intento por calmar el nerviosismo colectivo. En cuestión de semanas, la sucesión de desastrosos acontecimientos no consigue despejar la incertidumbre de ciudadanos e inversores, que contemplan perplejos cómo en Japón Gobierno y oposición no se ponen de acuerdo para pactar un plan de rescate del sector bancario, cuya virtual quiebra supone el núcleo del problema de la economía japonesa. En Rusia fracasa estrepitosamente el objetivo de transformar al capitalismo el modelo económico de corte comunista, muy arraigado en un país no preparado para afrontar cambios que conlleven la necesaria adopción de medidas impopulares como las anunciadas por el primer ministro Evgueni Primakov. La devaluación del rublo provocada por este desconcierto, unida a la franca evolución hiperinflacionista de los precios, la ausencia de suministro de productos básicos, la falta de garantías en los depósitos bancarios y el consiguiente histerismo desatado urgen a tomar una decisión que zanje cuanto antes una hecatombe que la comunidad internacional, en general, y los ciudadanos rusos, en particular, soportan con una heroicidad digna de admiración. Arduo desafío, pues, para Primakov. Al otro extremo de la geografía, las perspectivas del optimismo inversor en Latinoamérica se desvanecen. Primero fue la devaluación del peso colombiano. Ahora, la amenaza planea sobre Venezuela y Brasil. Mientras tanto, Hillary Clinton agradece públicamente el "liderazgo y la dedicación" de su marido al pueblo norteamericano, en una irreversible huida hacia adelante, tras conocer que el fiscal Kenneth Starr le ha imputado once cargos que servirán de base para iniciar el procedimiento de su destitución. ¿Vencerán el perjurio, la obstrucción a la justicia y el abuso de poder al desesperado intento por hacer revivir el olvidado american dream? Y todo ello porque los americanos dicen que lo consienten casi todo, excepto que su presidente les mienta. En muchos casos, sería muy aconsejable exigirles lo contrario... Así las cosas, con el complejo reto de poner orden en Japón y Rusia y sin saber qué consecuencias acarrearán a Estados Unidos las desventuras amorosas de su primer mandatario, las acciones de las grandes multinacionales navegan a la deriva en el cíclico barco de la inestabilidad. ¿Cabe más tensión? Algunos dicen que ya hemos tocado fondo. Yo creo que ahora nos falta escarbar.- .

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