Una novillada de lujo
Fue una novillada de lujo y hubo toreo de lujo. Arganda del Rey era el Parnaso. El lujo de la novillada provenía de su trapío y de su temperamento, de su casta y de su nobleza. El lujo del toreo, de la faena que le cuajó al cuarto novillo El Cid. Y la síntesis de todo ello produjo una vuelta al ruedo para el toro, dos orejas para el toreo, la alegría del público, intercambio de parabienes de los aficionados, mientras exclamaban: "¡Qué razón tenía!".Se referían a ellos mismos, evidentemente. "Qué razón tenía un servidor", querían decir. Qué razón cuando exige el toro encastado y define el toreo como el arte de parar, templar y mandar.
El novillo de Ibán embestía humilladísimo e incansable. Y El Cid lo traía toreado, y le cargaba la suerte embarcando con templanza el viaje, y remataba el pase donde manda Dios, y lo ligaba.
Ibán / Cid, Contreras, Reina
Novillos de Baltasar Ibán, con trapío, sospechosos de pitones, encastados, pastueños; 4º, muy noble, premiado con vuelta. El Cid: bajonazo (vuelta por su cuenta); estocada caída y rueda vertiginosa de peones (dos orejas); salió a hombros. Juan Contreras: pinchazo, bajonazo y rueda de peones (vuelta con algunas protestas); estocada corta perpendicular ladeada (silencio). Reina Rincón: pinchazo, estocada caída y rueda de peones (escasa petición y vuelta); pinchazo, estocada, rueda de peones -aviso- y dobla el novillo (vuelta).Plaza de Arganda del Rey, 14 de septiembre. 6ª y última corrida de feria. Cerca del lleno.
Toreó así El Cid por la derecha y por la izquierda. O sea, para entendernos: en redondo y al natural. Y abrochaba impecablemente las tandas mediante los pases de pecho de cabeza a rabo. Y para acabar se marcó unos ciertos ayudados por alto de costadillo, que no mantuvieron el nivel de finura de la faena, pero se agradeció la buena voluntad. Y pues mató pronto -que no bien, ni arriba- le concedieron las dos orejas.
El autor paseó en triunfo las dos orejas recogiendo flores, plácemes y ovaciones. Todo lo contrario que en el primer novillo cuando concluido su vulgar trasteo y perpetrado su impresentable bajonazo, recorrió el cuadrilátero por su cuenta y la gente lo veía pasar con la más absoluta indiferencia.
Los novillos encastados no quedaron en ese cuarto de la vuelta triunfal, ni el toreo bueno en la exhibición de El Cid, porque antes y después hubo, en cuanto al ganado, iguales o aún mejores ejemplares, y en cuanto al arte de Cúchares, estimables muestras.
También en el toreo de capa, en cuya ejecución sobresalió Juan Contreras, que jugaba con excelente técnica la verónica, y Reina Rincón tuvo el detalle de entrar a quites, una vez ensayando el lance clásico, otra apuntando despacioso la chicuelina.
Ambos novilleros intentaron el toreo hondo en sus turnos de muleta y si no siempre les salió completo seguramente deberá achacarse a su inexperiencia. Reina Rincón apenas había fijado la embestida de sus novillos ya se echaba la muleta a la izquierda y se ponía a torear con todas las de la ley, que consiste -sabe la afición docta- en ofrecer el medio pecho, adelantar la pañosa y todo lo demás. Cierto que con frecuencia le fallaba el temple, pero la torera disposición nadie se la podía negar.
Toreo de mano baja es el que estaba empeñado en interpretar Juan Contreras. Pregonan los exégetas del canon táurico que para torear con arte hay que bajar la mano. Mas según y cómo, todo tiene un límite, las circunstancias mandan. Bajaba tanto la mano Juan Contreras que frecuentemente el novillo le pisaba la muleta (si se descuida, la mano también) y entonces venía el lío. La inquietante imagen del torero agarrado al toro como si se lo quisiera llevar a casa, en tanto tiraba esforzadamente de la muleta para sacarla de debajo de las pezuñas, se repitió en el transcurso de sus dos faenas.
El toreo de Juan Contreras apuntaba a lo mejor: no sólo bajar la mano sino también embarcar ceñido y rematar detrás de la cadera, lo que asímismo le acarreó problemas, y en varias ocasiones salía de la suerte con riesgo de inminente revolcón, que una vez se llevó pues el novillo le desequilibró al tirarle un pitonazo.
Cuando estos toreros consigan placearse y coger oficio, ya se verá. De momento se les advierten condiciones para ejecutar con éxito el arte que han elegido. Y es para congratularse. Toros de encastada nobleza y toreo ensayado desde su estricta esencia constituyen un lujo en los tiempos que corren. Y eso es lo que se vio en el Parnaso y su plaza de talanqueras.
Jesulín, lesionado
Jesulín de Ubrique resultó lesionado en una pierna, de pronóstico reservado, en la corrida de la feria de Murcia, celebrada ayer con menos de media entrada, informa Efe.Se lidiaron toros de El Pilar. Litri, pitos; aviso y ovación; ovación. Jesulín, aviso y palmas en el único que mató. Manuel Caballero, oreja y ovación.
Albacete. Séptima corrida de feria. Un tercio de entrada. Toros de Valdefresno. Ortega Cano, silencio en los dos. El Cordobés, silencio; aviso y oreja. Pepín Liria, oreja y palmas.
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